lunes, febrero 27, 2012

Iñaki Urdangarín: el daño de la codicia y la creación de ídolos de barro

Todo lo que hay ahora mismo alrededor de la figura de Iñaki Urdangarían me chirría. Absolutamente todo. No seré yo quien afirme con rotunidad a estas alturas del proceso que es culpable de ningún delito, pero todas las informaciones periodísticas aparecidas hasta ahora, además de su maratoniana declaración ante el juez, no le ponen en una situación esperanzadora. Si realmente ha aprovechado su posición para llevarse dinero en cantidades sonrojantes, es como para pensar mucho en qué efectos tiene la codicia en algunas personas. Un tipo que tiene la vida resuelta, y una buena vida, pone en peligro su libertad, su imagen, su fortuna, la relación con su esposa, familia y amigos, e incluso el prestigio de la institución que ampara al Jefe del Estado... ¿por dinero? Si ya lo tenía. Triste existencia la de aquellos irresponsables que, no por tener algo sino por tener más, son capaces de llevar al abismo más negro de la vida a aquellas personas a las que quieren o a aquellas que han confiado en uno.

Supongo que no es más que el reflejo de la irresponsabilidad manifiesta que hay en tantos estratos de la sociedad (¿en todos?). Y esto también me lleva a pensar que hablamos de las personas que aparecen en la televisión o en las revistas con demasiada facilidad y con un desconocimiento mucho mayor del que nos gusta reconocer. Es posible que ahí esté la razón de que no crea demasiado en aquello de tener ídolos. La admiración se profesa hacia personas de las que lo sabes casi todo. Y creemos que de las personas que hay en la esfera pública tenemos ese conocimiento, pero es una ilusión falsa. A la espera, insisto, de que esté certificada su culpabilidad (porque, ingenuo de mí, uno sigue creyendo en la presunción de inocencia y en la injusticia de los juicios paralelos y populistas), Iñaki Urdangarín pasó durante años por el yerno ideal. Se le contrapuso al entonces marido de la otra infanta, Jaime de Marichalar, y a Urdagarín le tocaron todos los parabienes. La gente hablaba de Iñaki Urdangarin como si fuera parte de su propia familia. Qué majo, qué guapo, qué educado. Y ahora resulta que no es así. O no queremos que sea así.

Los medios de comunicación y los periodistas (esos que no queremos ser conscientes de la degradación de nuestro trabajo a todos los niveles; un recuerdo para los compañeros del diario Público tras el cierre de su edición en papel) tenemos parte de culpa. No existe el análisis, no hay investigación real, asumimos demasiadas censuras o autocensuras. Y cuando los asuntos estallan, obligamos a elegir bandos. Nos obligamos a nosotros mismos y obligamos al resto de la sociedad. Con Iñaki Urdangarín, todo estaba pintado de rosa. Ahora está en negro. Antes era un tipo ejemplar. Ahora es un ser despreciable. Tenemos más interés en saber si va a entrar en los juzgados a pie o en coche y en saber dónde se va a sentar y durante cuánto tiempo va a declarar en lugar de hacernos preguntas más profundas (que, afortunadamente, en este caso parece que sí se están haciendo desde algunos ámbitos). Nos importa más la foto del momento que el momento de la foto. Y creo que nos equivocamos tanto en la forma de encarar estas cosas que al final equivocamos también a todo el que nos ve o lee.

¿Aprenderemos? No, seguro que no. Seguiremos creando ídolos de barro y figuras ideales que en realidad desconocemos, de la nada y sin preguntarnos qué hay detrás.

5 comentarios:

Sonix dijo...

No aprenderemos, no... y anda que no están poniendo sus armas en juego todos los medios para poder hablar mal de este hombre sin tocar ni de refilón la mercancía. No sé, si es culpable, espero que pague. Pero si hay otros culpables que le han ayudado, me gustaría que también pagasen, sean quienes sean.

ElQuintoPuntoCardinal dijo...

Me repatea que en muchos medios se hable de las nimiedades en torno al caso Urdangarín: si fue andando hasta los juzgados e incluso he oído que han hecho mención a la cara de cansancio que tenía tras haber declarado tantas horas. Nos quedamos en la superficie y no profundizamos ¿por qué? ¿por qué no se habla con claridad?

Una vez más, espero que la justicia sea justa.

Un saludo.

El Impenitente dijo...

La inmediatez y el consumo. Eso tiene mala solución.

La codicia, el entorno en que te mueves y la sensación absoluta de impunidad, que te hace perder la noción. Y como en este mundo en que vivimos todo está bien hasta que te pillan, pues ahora a poner caritas, a hacer pucheros y ay, qué pena doy.

Y ahora viene la frase de que hay que esperar la sentencia. ¿Seguro? La justicia es un mundo de leguleyos, de subterfugios, de ganar y perder, de letras pequeñas y de defectos de forma. Puede ser legal pagar y cobrar por un informe un millón de euros y que este contenga la letra de "El patio de mi casa". Pero sólo será legal. Lo que ha hecho Urdangarín es reprobable desde todos los puntos de vista. Porque lo ha hecho. Que sus abogados busquen todas las teclas inimaginables para que se libre es otra cosa, pero inocente no es. Y sinvergüenza, un rato largo. Independientemente de la justicia.

Lola dijo...

Me repatea y chirría, como a tí, todo lo referente a este señor pero me repatea igual ver a los Matas y Camps y compañía que han dado mi dinero a este señor sin mi permiso y encima por no hacer nada. Esperemos juicios a ver que pasa. Un abrazo Lola

Juan Rodríguez Millán dijo...

Sonix, es que ese acaba siendo el problema, que un culpable suele ocultar a otros muchos... y no necesariamente dentro del mismo caso. Veremos qué pasa.

Quinto Punto Cardinal, me alegra leerte que te molestan esas cosas tanto como a mí. Yo tengo una respuesta a ese por qué, pero es muy desoladora: para hablar con clairdad y en profundidad, hay que trabajar. Y se trabaja poco.

Impenitente, eso es lo peor de todo, que la Justicia nos ha dejado ya esa impresión y no sé cómo vamos a borrarla. Si la Justicia no es justa, es entonces cuando se aceptan juicios paralelos y transversales, y encima con razón. Mal va todo, oye...

Lola, justo a eso me refería un poco más arriba con lo de otros casos, sí... Esperaremos. Y a ver si hay suerte además de justicia...