martes, abril 26, 2011

La imparcialidad de TVE


Qué cosas tiene María Dolores de Cospedal. Hoy se ha plantado en TVE y ha dicho que los informativos de TVE no son imparciales. Lo que para sus enfervorizados seguidores será un rasgo de valentía, para quien quiera ver la realidad será en cambio un gesto de insensatez. Primero, por lo que dice. Dice que TVE no es imparcial como debiera serlo una televisión pública. Curiosa declaración, cuando proviene de la secretaria general del PP, un partido que maneja a su antojo, de forma descarada y despreocupada, las televisiones autonómicas que tiene a su cargo (Telemadrid pone anagramas de ETA en el rostro de Zapatero, Canal 9 no informa de Gurtel) y que, estando en La Moncloa, provocó la única condena por manipulación de la historia para los servicios informativos de TVE (con el nunca bien ponderado Alfredo Urdaci como su director). Eso, aviso a navegantes, no quiere decir que otros no hagan lo mismo. Quiere decir que ellos lo hacen. Segundo, por ante quién lo dice. Ana Pastor lleva años entrevistando por igual a dirigentes de uno y otro partido y garantizando la presencia de colaboradores de uno y otro espectro político, tanto en Los desayunos de TVE como en 59 segundos.

Tercero, porque resulta curioso que una parte acuse de parcialidad. Es un principio muy básico del debate político. ¿Cómo creer a quien usa el mismo argumento que aquellos que cuestionan la parcialidad de las televisiones autonómicas dirigidas por el PP? Muy sencillo: no se puede. En un mitín, dado el estado de decrepitud en que se encuentra la política (y el periodismo) la cosa puede encajar. En un programa de televisión, no. María Dolores de Cospedal, en todo caso, es experta en esto de hacer imposible que se crea algo de lo que dice. Es quien acusó al Gobierno sin pruebas de ningún tipo de un espionaje a sus dirigentes que sólo existe en las mentes de personas con paranoia o manía persecutoria. Es quien exigió al Gobierno que haga ahora con el etarra Troitiño lo que el PP no hizo en el Gobierno con el también etarra Josu Ternera (Mariano Rajoy, que era entonces el ministro portavoz del Ejecutivo, ahora guarda silencio porque sus palabras de antaño son casi idénticas a las pronuncias por Alfredo Pérez Rubalcaba para explicar el problema actual). Es, en definitiva, quien personifica la política del no. No a todo. Aunque yo lo haga en mi ámbito de poder, aunque lo hiciera cuando tenía el poder que ahora tienen otros.

En cualquier caso, su simple presencia en TVE es un síntoma de que esta etapa es la más imparcial de la historia del medio en democracia. Le moleste a quien le moleste, es así, porque hasta hace no mucho tiempo la diferencia de trato entre el partido en el poder y el principal en la oposición era abismal. La historia, si la escribiera alguien ajeno a las partes, escribiría que el ente público ha estado durante años dominado por el Gobierno de turno. Lo sabe José María Aznar tan bien como Felipe González (chapeau para Ana Pastor, que eso es precisamente lo que le recuerda a María Dolores de Cospedal, ansiosa como seguro estaba de añadir una muesca más a la manía persecutoria que explica tan a menudo). Y escribiría que, sin llegar al ideal puro de imparcialidad (¿es eso posible en una televisión pública o un gigante del tamaño de TVE?), ha sido con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero cuando se ha alcanzado ese estado de libertad. Porque libertad es, insisto, le moleste a quien le moleste. Pero, claro, como estamos en este momento histórico en el que Zapatero tiene la culpa de todo lo que sucede, pues achacarle la parcialidad de TVE será el menor de los males para quien todavía es el presidente del Gobierno.

La afirmación de María Dolores de Cospedal llega, por cierto, un día después de que la imparcialidad de esta etapa y la que propugna Ana Pastor con su trabajo (líbreme quien sea de echarle la culpa a ella), le haya salido cara a TVE. Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del Gobierno de José María Aznar, aprovechó la plataforma pública para llamar "nazi" en repetidas ocasiones al doctor Luis Montes. Después reincidió en la privada Telecinco. Ahora, ambas cadenas tendrán que pagar 30.000 euros al injuriado, porque el juez entiende que el mencionado Miguel Ángel Rodríguez cometió un delito al expresar lo que, según él, no era un insulto. Sentencias así son las que devuelven la ilusión a quienes creemos en unos medios plurales, informativos, formativos y respetuosos. No todo vale y la Justicia, afortunadamente, piensa lo mismo. En ese mundo ideal con el que sueño de vez en cuando, costaría creer que quien se encargó de la comunicación del Gobierno de España utilice los medios de comunicación, y especialmente la televisión pública, para soltar todo tipo de improperios sin freno alguno. Costaría más creer que su argumentación fuera que había que animar el debate. El debate se anima con argumentos, pero está claro que a algunos les renta más usar insultos en lugar de argumentos.

Si la pluralidad y la imparcialidad de TVE están en entredicho o al menos en peligro es precisamente por culpa de personas como Miguel Ángel Rodríguez y María Dolores de Cospedal, quienes no dudan en anteponer intereses propios a los del medio o, si se me permite la licencia de pura ingenuidad, los del espectador. El primero, visto lo visto, no sale económicamente rentable, porque tenerle en un programa aumenta el riesgo de querellas y de condenas. La segunda, directamente, no es fiable como fuente de información porque en demasiadas ocasiones ha realizado afirmaciones que no se sostienen ni en hechos, ni en pruebas, ni tan siquiera en opiniones (por ejemplo, el espionaje existe o no, sobre eso no hay opinión posible). La condena por el caso del ex portavoz del Gobierno abre muchos debates y todos positivos. Para empezar, espero que lleve a los medios a reflexionar sobre la calaña de los colaboradores a los que les da un sitio en pantalla. Es su responsabilidad, y por eso veo razonable que paguen por ello. Esto prolonga el camino, el que ya se abrió con las condenas a Federico Jiménez Losantos, que tiene que llevar a un periodismo respetuoso y plural. ¿Será tarde para conseguirlo?

viernes, abril 22, 2011

Revanchismos y absurdeces. Fútbol, por favor

Esto de no ser madridista ni culé da una visión curiosa de este múltiple duelo entre Real Madrid y Barcelona. Curiosa y asombrada. Porque, al final, aquí de fútbol no habla nadie. Y si ante un partido de fútbol no se habla de fútbol, mal vamos. El deporte, en todo caso, no deja de ser un ajustado reflejo de la sociedad. ¿Alguien del mundo de la política habla de política? ¿Alguien del mundo del periodismo habla de periodismo? Y así pasa con tantos mundos como conozcáis personalmente. Quien no disfrute con el fútbol podrá pasar olímpicamente de estas líneas y seguir pensando que todos los aficionados a este deporte somos unos seres embrutecidos incapaces de leer un libro o de reflexionar sobre una idea, por simple que ésta pueda ser, podrá seguir ninguneando a quienes lo adoramos de una forma en que yo no podría despreciar a los fervientes religiosos que pueblan las calles estos días, los fanáticos de partido que salen a la calle tras una victoria electoral, los fans que ofrecen saltos, gritos y lágrimas ante la estrella juvenil del momento o los seguidores y detractores de Belén Esteban. Pero como me gusta el fútbol, hoy toca fútbol.

Y digo que toca fútbol porque estoy cansado de los Lama, Carreño, Relaño, Carbonero, Inda y compañía, los que se supone que tendrían que habalr de fútbol, que hablan de todo menos de fútbol. Si hablamos de la final de la Copa del Rey, no es la noticia que un pulpo prediga el resultado. No es la noticia el nivel de decibelios al que se va a poner el himno nacional o la altura del césped de Mestalla regado o no regado. No es la noticia que Shakira quiera que gane el equipo de su novio o que se abrace a él al final del partido. No es la noticia que Iker le dé dos besos a la Reina. Todo eso es el anecdotario que rodea a la final, y como tal debe tratarse en un medio de información deportiva. Pero no. Todo eso es elevado y se convierte en la noticia por encima casi del partido de fútbol. Y yo me aburro. Como me aburro de leer todas las estupideces (que no merecen otro calificativo) de los escribas juntaletras, aficionados radicales de uno y otro equipo, que tienen espacio en los medios de comunicación. Tan lamentables son los revanchistas que ahora desprecian el fútbol del Barça y todo lo que huela a blaugrana, amparados por un triunfo, como los despreciativos seres superiores que ningunean la forma de jugar del Madrid sólo porque ha ganado. El periodismo deportivo ya no existe, no os dejéis engañar.

Ahora sí, fútbol. Por favor. Justo vencedor el Madrid por casi todo, aunque su apuesta futbolística, la de Mourinho, no sea la mía en absoluto y no acabe de entender que un equipo de la talla del Real Madrid acabe usando armas de equipo pequeño y no las que realmente tiene cada vez que el rival es el Barcelona. Me asombra que haya tantas loas al técnico portugués cuando el Madrid ganó precisamente al alejarse de la propuesta inicial y apelando a su virtud histórica, la fe y el corazón. El Madrid salió a presionar como si el diablo se llevara su alma. De esta forma, y durante los primeros 45 minutos de la final, impidió que el Barcelona fuera capaz de pasar del centro del campo con su juego de toque. Las claras ocasiones de gol que tuvo el Real Madrid en el primer acto, tres o cuatro, fueron producto de esta presión a la defensa y los mediocentros culés, por lo que, con un poco de velocidad, el balón estaba ya en las inmediaciones del área de Pinto. Correr, presionar y robar. ¿Fútbol bonito? Para mí no, porque además esos 45 minutos fueron trabados, con muchas faltas, alguna que otra tangana y mucho fútbol subterráneo. Ahí el Madrid fue tan superior al Barcelona como el Barcelona inferior al Madrid. Esa es la lección táctica que se destaca de Mourinho, pero resulta que el resultado de esa pretendida paliza era de 0-0.

En la segunda parte, el Madrid pagó la factura de semejante esfuerzo físico (añadida a los 90 minutos del Bernabéu en Liga de cuatro días antes, con bastantes minutos con diez jugadores además) y el juego de toque del Barça se liberó de su único enemigo, la brutal presión madridista en la salida. Se veía venir y, la verdad, yo no hubiera dado un duro por el Madrid según pasaban los minutos. Así, como sucede siempre en los partidos del equipo de Guardiola, llegaron las ocasiones de gol. Y así sucedieron dos cosas más. La primera, que emergió un jugador que algunos, pocos afortunadamente, no saben valorar en su justa medida: Iker Casillas. A mí me parece el más grande portero de su tiempo, y me lo parece, al margen de sus debilidades (el juego con el pie o las salidas por alto), porque siempre está en los grandes momentos. En la final de la novena Copa de Europa del Madrid, en la final del Mundial, en los penaltis contra Italia y ahora en la final de Copa ante el Barça. Antológica su parada con la punta de los dedos del minuto 81. Ahí ganó el Madrid la Copa. La segunda, que al Barcelona a veces le puede su propia superioridad. Tiene tanta confianza en que el gol acabará llegando... que a veces se acaba el tiempo y no ha llegado.

Ahí se demuestra que las propuestas de Madrid y Barcelona son antagónicas. No tanto en el fútbol de toque o en el de presión, en el ofensivo o en el defensivo. El Barcelona gana porque es mejor. El Madrid gana aunque no sea mejor. Tan válida es una cosa como la otra. La primera despierta aplausos y elogios. La segunda, pura pasión. Evidentemente, la mejor propuesta sería el término medio, pero si hubiera un equipo capaz siempre de tener el 80 por ciento de la posesión, docenas de ocasiones de gol en cada partido, una capacidad de presión ilimitada, un corazón tan grande como un estadio y una ambición sin límites, los demás tendríamos que retirarnos. El caso es que la debilidad del Barcelona fue mayor que la del Madrid y por eso la Copa la ganó quien la ganó. El Madrid sacó fuerzas de donde no las había, pero también me choca que ganó el partido de la forma en la que no pensaba ganarlo. La táctica era balones largos y al centro, bien para que los bajara Adebayor, bien para que los corrieran Cristiano o Di María. Y ganó con una jugada elaborada, de toque y con una pared por la banda, con centro al segundo palo. El gol fue fútbol del bueno. No del presionante. No del físico. Curiosa contradicción. Y gol de Cristiano. Será lo que sea, pero me asombra que todavía algunos duden de su fútbol y de su capacidad de influencia en partidos importantes.

¿El debate sobre los estilos? Estéril porque siempre se hace en base a un resultado. Ahora se dice que la plantilla del Barça es corta, que le falta gol, que no tiene otra forma de jugar... ¿Qué diremos si acaba la temporada ganando la Liga y la Champions? Que es un equipo de leyenda. Marchando el resultadismo periodístico. Si el brazo de Casillas mide medio centíemtro menos, el análisis del mismo partido habría sido otro. El Barça pudo ganar con sus armas y habría sido igualmente digno de aplauso. Algunos hablan ahora de cambio de ciclo sólo por este partido. Repito la pregunta de antes. En abril no hay ganadores ni perdedores de competiciones que acaban en mayo. Por el otro lado, sacan pecho por la Liga. ¿Y la Copa? La ha perdido el Barça. Punto. No hay más. ¿Qué tendrá que ver la Liga para explicar la derrota en la final de Copa? ¿Y si el Madrid elimina al Barça en la Champions? Resultadismo, siempre resultadismo. Y así no se puede hablar de estilos. Lo gracioso es que llevamos tres días de sentencias absolutas cuando en apenas cinco días tenemos otro partido que puede cambiar los análisis. Y una semana después otro. En fin, felicidades a los madridistas, que además son mayoría entre mis amigos y me alegro mucho por ellos.

viernes, abril 15, 2011

Libertad de prensa

Hay formas y formas de entender la libertad de prensa. Para mí, la libertad de prensa supone una independencia de los medios de comunicación con respecto al poder. Exige que un profesional que tenga una noticia contrastada e interesante la pueda publicar sin temor a represalias, ni internas en su empresa ni externas de esos mismos poderes. Permite al periodista profesional exponer opiniones del signo que sea, siempre y cuando no sean irrespetuosas o se basen en mentiras o intereses partidarios. Esa libertad de prensa en la que creo está en peligro de extinción (¿extinta ya?) en los grandes medios de comunicación. Internet vino al rescate y con herramientas como los blogs los periodistas pueden (podemos) seguir diciendo lo que pensamos, contribuyendo a generar debate y a difundir hechos y opiniones que de otra forma no verían la luz. Evidentemente, hecha la ley está hecha la trampa y creado el instrumento de comunicación éste se puede contaminar igualmente con ese virus que cerca a la libertad de prensa, pero al menos tenemos una oportunidad más.

La libertad de prensa, por ejemplo, me permite lamentar la terrible paradoja de estos días. Carlos Iturgaiz es el protagonista de un libro escrito por Chelo Aparicio. A la presentación acuden José María Aznar, Mariano Rajoy y Jaime Mayor Oreja. La presentación tiene lugar en la Asociación de la Prensa de Madrid. Allí, en la supuesta casa de los periodistas, sólo Iturgaiz respondió a las preguntas de esos mismos periodistas. Hay temas sobre la mesa que un candidato a la presidencia del Gobierno, un ex presidente del Gobierno y un ex ministro del Interior y europarlamentario podrían contestar. Pero no las contestan. Sólo hay silencio. Fijaos si hay libertad en este país, que el gremio de periodistas acoge en su casa a gente que habitualmente no responde a sus preguntas. Al menos no a las de todos. Un episodio por desgracia no lo suficientemente recordado de Aznar fue cómo se achantó ante Luis del Olmo cuando éste, en directo, le pidió que le concediera una entrevista a su compañero y rival (por trabajar en otra emisora) Iñaki Gabilondo. Esa entrevista, obviamente, jamás se produjo y no precisamente porque Gabilondo no la pidiera.

Es un mal que aqueja a demasiados políticos, éste de no responder preguntas de la prensa, de limitarse a leer un papelito, hacer una declaración prefabricada o mandar un comunicado de prensa. Pero el PP es especial en esto desde hace demasiado tiempo y en todos sus centros de poder. No creo que todos sean iguales en este sentido, aunque no por eso los demás sean buenos manejando ese al parecer complicado concepto de la libertad de prensa. Sabido es que con Aznar en La Moncloa y Alfredo Urdaci como director de informativos, TVE recibió su primera y única condena por manipulación informativa. Sabido es que Telemadrid ha sido repetidamente denunciada e investigada por manipulación, y que no tiene rubor alguno en colocar el anagrama de ETA sobre el rostro del presidente del Gobierno porque conoce la impunidad absoluta de acciones tan despreciables como esa. Y esta misma semana hemos visto que, aunque ya la han retirado, el PP valenciano presentó una denuncia contra cuatro emisoras de televisión (por descontado, Canal 9 no es una de ellas) porque emitieron una pieza detallando que Francisco Camps se presenta a las elecciones autonómicas con once candidatos implicados en casos de corrupción.

Esa es la libertad, y no sólo de prensa, que se estila en la Comunidad Valenciana. La que llevó el pasado mes a ese mismo partido a pedir, afortunadamente sin éxito, la suspensión de una manifestación en contra de la corrupción. La que hace un año motivó que la Diputación Valenciana censurara la parte dedicada al caso Gürtel que integraba una exposición de fotografía en el Museu Valencià de la Il-lustració i la Modernitat (se retiraron diez fotografías un día después de que la exposición abriera sus puertas). La que hace de Francisco Camps un presidente que jamás se presta a una rueda de prensa abierta en la que los profesionales de la comunicación puedan cuestionarle sobre cualquier asunto que consideren de interés. Tenemos políticos que sólo hablan de lo que ellos quieren, cuando ellos quieren y con quien ellos quieren. Y, paradojas de la vida, la Asociación de la Prensa de Madrid les abre sus puertas para ello. Será cuestión de asumir que la libertad de prensa se puede entender de muchas maneras y que la exigencia de atender a un periodista no la tienen tan clara como yo, ingenuo de mí, personajes que ostentan o han ostentado cargos públicos.

viernes, abril 08, 2011

Medidas recaudatorias... o no

Cuando el Gobierno aprobó la reducción de la velocidad máxima en carretera a 110 kilómetros por hora, todo el mundo se apresuró a dar su opinión. Ya sabéis que no eres nadie en este mundo si no tienes una opinión clara, contundente y aleccionadora de todos los temas posibles (y mucho menos podrás ser alguien si no te posicionas claramente en un bando... o contra el otro, que para el caso es lo mismo). No fue el único argumento que se utilizó, pero creo que el que quedó más claramente establecido entre los detractores de esta medida es que el Gobierno tenía un único y exclusivo afán recaudatorio, que se iban a poner multas con mucha más facilidad, que era una de esas muchísimas leyes que están aprobando todos los gobiernos (pero más que ninguno los municipales) para sacar dinero de debajo de las piedras en esta época de crisis. Resulta que ahora salen los datos del primer mes de funcionamiento de la norma. Y resulta que la recaudación por multas de tráfico no sólo no ha aumentado, sino que ha descendido ¡¡¡un 47 por ciento!!! El argumento queda invalidado de un plumazo.

Por supuesto, esto es España, así que nadie de entre quienes se significaron tanto criticando el afán recaudatorio de la medida ha salido a pedir perdón y admitir que estaba profundamente equivocado en sus predicciones. Duele demasiado, por lo visto, eso de asumir un error, Viene a ser algo parecido a lo que ya sucedió con la ley antitabaco. Decían los agoreros que podía costar hasta 100.000 puestos de trabajo y una pérdida de la facturación de un 20 por ciento en el sector hostelero. Esas predicciones (no sé si esa es en realidad la palabra más adecuada para referirme a ellas) se han revelado aún más falsas, pues en los dos primeros meses del año ha crecido muy levemente el empleo en el sector, y eso a pesar de que el paro sigue disparado. El caso es que los pronósticos más agoreros encuentran siempre un eco desmedido en los medios de comunicación contrarios a quienes aprueban las normas. Nada nuevo ahí por descubrir. La prensa ya no actúa como cuarto poder, sino como oposición al poder que no nos gusta. ¿Pero se cree la gente todo lo que lee de aquellos que al parecen son de los suyos? Parece que sí. Preocupante.

El caso es que aquí funcionan mal demasiadas cosas. No es posible presentar informes de predicciones que se equivocan con tantísimo margen y que no pase nada, que nadie deje su cargo por pura incompetencia o que no haya desmentidos tan claros como el informe equivocado anterior. No puede ser que los medios de comunicación sigan insistiendo en publicar grandes titulares apocalípticos con la opinión de alguien sin contrastarla, sin matizarla, sin contextualizarla, sin investigarla. Y, desde luego, ya va siendo hora de que recuperemos el espíritu crítico con los mensajes que vienen incluso de fuentes que valoramos. Porque nadie tiene la verdad absoluta ni hay que estar totalmente de acuerdo con lo que dicen los nuestros. Es lícito criticar el nuevo límite de velocidad por muchas razones, por supuesto. Por el afán recaudatorio no. Como tampoco la ley antitabaco por la pérdida del empleo que iba a generar al parecer. Pero el debate de ambas cuestiones fue hace meses y la crítica hacia el Gobierno ya ha quedado marcada y establecida, por mucho que los datos desmientan después a tanta gente. ¿Cómo se arregla eso? Leyendo y pensado. Siempre leyendo y pensando.

viernes, abril 01, 2011

ETA, gobiernos y mentiras

Vamos a empezar por una cuestión de base, pero espero que leáis hasta el final porque todo tiene su importancia. Creer a ETA me parece despreciable. Utilizar como argumento en la contienda política o periodística lo que diga un etarra me parece deleznable. Son asesinos, terroristas, mafiosos. Harían cualquiera cosa para conseguir sus objetivos y disfrutarían viendo a los demócratas enfrentados por algo que ellos digan o hagan. Sólo creen en su causa, en su "problema político", en su lucha armada y en su ideología cerrada y anquilosada en el pasado. No quieren hablar, dialogar, pactar o razonar. Son terroristas. No me importa quién use un argumento de ETA para defender sus posiciones, pues quien lo haga, sea quien sea, contara desde ese instante con mi antipatía en ese debate. Diría que incluso queda moralmente descalificado para hablar sobre esa cuestión.

ETA puede decir la verdad, claro. Pero si hay un demócrata o un gobierno que dice lo contrario, yo creeré siempre al demócrata. Por eso creí sin dedicarle un segundo de reflexión a Ángel Acebes, el 11 de marzo de 2004, cuando dijo que los atentados de aquel día los había cometido ETA "sin ninguna duda". Prefiero el sonrojo posterior por la actitud de un demócrata, sobre el que ya recaerá mi juicio y el de los ciudadanos, que creer a una banda terrorista. Me parece la única actitud probable y defendible en estos casos, gobierne quien gobierne y diga lo que diga un terrorista.

Esta reflexión surge por una frase: "ETA mata pero no miente". Si la buscáis en Google, veréis que ahora son muchas las páginas en Internet que se la achacan al ahora ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba para desacreditar su desmentido a las actas de ETA sobre la negociación con el Gobierno socialista de hace unos años. No hay en ninguna de esos informaciones más entrecomillado que ese. Algunas dudan de la fecha en que se dijo la frase, otras la reproducen con vaguedad. Quienes más precisan dicen que esa frase surgió en la comparecencia de Rubalcaba del 13 de marzo de 2004, dos días después de los atentados del 11-M y apenas unas horas antes de que se abrieran los colegios electorales para votar en las elecciones en las que José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en presidente del Gobierno.

Lamento decir que no tengo el tiempo ni los medios para comprobar por completo si Rubalcaba ha pronunciado esa frase a lo largo de su vida, pero sí puedo deciros que no lo hizo aquel día. Tengo en la pantalla el teletipo que dio Europa Press con toda la intervención de Rubalcaba. He revisado en Internet las hemerotecas de ABC y El País. Nadie destaca esa frase. Y convendréis conmigo es que, si la hubiera dicho, era un titular espectacular. Pero ni Europa Press, ni El País, ni ABC la menciona. Rubalcaba dijo que "los españoles se merecen un gobierno que no mienta". Eso sí. Pero esa frase sobre ETA, no.

Pero la frase es real. Yo la recordaba con indignación. No de aquellos días, en los que trabajé intensamente (porque entonces escribía información política) y en los que me tuve que leer todo teletipo relacionado con el 11-M que se publicó para construir mis propias informaciones. No tenía recuerdo alguno de que Rubalcaba lo dijera, y la hemeroteca me da la razón. Pero alguien sí ha dicho esa frase. Alguien que fue ministro del Interior. Su autor fue Jaime Mayor Oreja, el mismo años antes proclamó que "estaría dispuesto a sentarme con ETA" (Diario de Sevilla, 30 de enero de 2000). La dijo en una entrevista concedida a Telemadrid el 10 de julio de 2006. Creo recordarla de antes y en algún siito se menciona que la frase no la acuñó aquel día, pero no he conseguido ubicar esto en el tiempo y por ello me limitaré a lo que pueda probaros, en contra de la actual práctica periodística de nuestro país.

Mayor Oreja dijo esa frase como respuesta a una información del diario Gara según la cual el Gobierno (ya de Zapatero) y la banda terrorista llegaron a un acuerdo con garantías en febrero de 2006. "El criminal no necesita mentir porque el crimen es la mentira más cruel de todas las posibles. Y yo me lo creo porque está en la lógica del proceso". Aquel día, Mayor Oreja aseguró tajantemente que la legalización de ETA y la anexión de Navarra se iban a producir antes de las elecciones municipales de 2007 y la concesión a los vascos del derecho a decidir antes de las generales de 2008. Hechos probados, ya veis.

"ETA mata pero no miente" es una de las frases más graves que yo le he escuchado pronunciar a un demócrata. Razonarla me parece incluso peor. Lapidar a otro, de opuesto signo político, por decir esa frase cuando nadie reaccionó al pronunciarla uno de los suyos, tendría que ser perseguible en un juzgado. Pero encima montar toda esta trama para derribar a Rubalcaba basándose en una afirmación que nunca llegó a pronunciar, y que haya gente que se lo creo, es directamente es signo de extrema pobreza democrática.

Insisto en que no puedo decir que Rubalcaba no haya dicho nunca la dichosa frase. No voy a revisar todas las declaraciones públicas del ahora vicepresidente porque ni tengo el tiempo ni los medios. Pero aquel día no lo dijo. Tengo los dos teletipos completos que he mencionado aquí. Si alguien los quiere, se los puedo mandar. Porque no me importa a quién votéis. No me importa la opinión que tengáis de Rubalcaba, de Aznar (cuyo caso me parece más sangrante, porque cree a ETA antes que a un Gobierno habíendo sido jefe del Ejecutivo), de Mayor Oreja o incluso de ETA. No me importa que estéis convencidos de que hay que condenar al ministro del Interior por el caso Faisán o de todo lo contrario. No me importa en absoluto. Pero no dejéis que os mientan de una forma tan descarada. Esto es mentira. Rubalcaba no dijo la frase. Mayor Oreja sí.