viernes, noviembre 04, 2011

Dicen que estamos en campaña electoral

Efectivamente, dicen que desde hoy y hasta dentro de dos semanas estamos en campaña electoral. ¿Qué significa eso? Nada de nada. Vivimos en un estado permanente e inalterable de campaña electoral durante todos los días del año. Estas dos semanas que marca la ley no son más que el despilfarro continuo del dinero que el resto del año sólo nos gastamos los fines de semana. Si alguna vez tuvo utilidad, hay que reconocer que la campaña hoy en día ya no sirve absolutamente para nada. Ni para conseguir el voto de los indecisos, ni para adquirir promesas que efectivamente se vayan a cumplir, ni para informar de los programas. Sirve para que los políticos estén todo el día en televisión, ellos sabrán para qué, todo el santo día lanzando frases grandilocuentes y generalmente de carácter destructivo. La campaña no sirve de nada y el día de reflexión quedó dinamitado para siempre en 2004 cuando El Mundo publicó una entrevista con Mariano Rajoy, entonces candidato primerizo a la Presidencia del Gobierno. Ninguna de las dos cosas sirve hoy para nada.

Como nada de lo que suceda en estas dos semanas en el ámbito de la campaña va a servir para nada (sólo salvaría el debate, para mí una necesidad democrática aunque no termine de entender ni el formato ni la cantidad de absurdeces que es necesario pactar para mantenerlo; ¡se sortea hasta el lado en el que va a estar cada candidato, pardiez!), me atrevo a proponer a nuestros queridos políticos la reforma completa de las campañas electorales. Para empezar, y dado que los partidos políticos son organizaciones que reciben subvenciones de las cuentas públicas en función de sus resultados en las urnas, que ni un solo euro de esas cantidades pueda destinarse a estos mítines, remedos de aquelarres que sólo sirven para afianzar la fe en ellos mismos, tampoco a sus carteles, sus alquileres de recintos y demás parafernalia de campaña. Si quieren decirse a sí mismos lo guapos, listos, altos, fuertes, carismáticos e inigualables que son, que lo hagan en sus cuartos de baño y que se graben con esas cámaras tan tecnológicamente avanzadas que les da un resultado tan profesional como si dependieran de un canal de televisión.

Soy un firme partidario de que el Estado sostenga de alguna manera la estructura de los partidos políticos. Si de ellos tienen que salir nuestros representantes electos, es lógico que el sistema garantice su supervivencia. Su supervivencia, pero no su despilfarro. En serio, ¿de qué sirven los mítines? ¿Quién va a un mitin a escuchar ideas y propuestas? ¿Qué utilidad tiene el dineral que se dedica a estos actos de exaltación del ego? ¿Y por qué en campaña se multiplican hasta el infinito? Si los partidos quieren hacer campaña, están en su derecho. Si creen que con eso pueden conseguir algún voto, tienen mi bendición. Pero que para eso utilicen dinero público, me parece sencillamente un engaño al ciudadano. Y no lo digo por la crisis, no. Lo digo porque lo veo así, siempre lo he visto así. Los partidos políticos, sobre todo los dos mayoritarios, son maquinarias inmensas que tienen recursos de sobra con el dinero de sus afiliados como para hacer esa campaña. Con su dinero. No con el de todos. Los pequeños tienen ahora oportunidades casi igual de ilimitadas (y baratas) gracias a las nuevas tecnologías. ¿Luego por qué hay que sufragar las campañas electorales de los partidos políticos? La gente anda escandalizada de lo que va a costar el debate (yo también), pero me preocupa más esto, porque es más amplio y general.

Ojalá la ansiada reforma de la Ley Electoral llegue algún día. Y ojalá contemple la modificación (por no decir supresión) de la campaña. Mientras eso no suceda, seguiremos metidos en una política banal y torpe, en las que las frases efectistas (que por algún extraño motivo llaman la atención de la prensa con más fuerza que los hechos) tiene más valor que las ideas, en la que el dinero se gasta sin control y sin motivo, en la que prima el político gritón frente al gestor que siempre hace falta en las instituciones.

4 comentarios:

El Impenitente dijo...

Pues amén. Y además, supongo que lo agradecerían pues se ahorrarían pasar unos cuantos ratos vergonzosos. Y nos lo ahorraríamos nosotros. ¿Hay algo más vergonzoso que un político berreando obviedades en un mitín? ¿Hay algo que provoque más vergüenza ajena que un político en campaña visitando un mercado? Porque esa es otra. ¿Por qué los políticos visitan mercados en campaña? ¿Es alguna estrategia de marketing incomprensible pero de un efecto subliminal portentoso?

Lola dijo...

Yo no lo entiendo, creo ques una perdida de tiempo porque todo el mundo tiene su voto decidido a estas alturas. Ademas no puedo resistir verlos diciendo y pretor do cosas que luego o no quieren o no pueden cumplir

Jo Grass dijo...

Esto es poner los puntos sobre las íes, Juan! Todo es puro teatro, como cantaba la Lupe, y a los mítines van la familia y los cientos o miles de figurantes que contratan en las agencias. Eso lo hace todo el mundo en cualquier evento que precise una determinada repercusión en los medios.
Ah, y que supriman el Senado de una vez. Otro gasto inútil!

Juan Rodríguez Millán dijo...

Impenitente, no sé si hay algo más vergonzoso, pero esto es de lo más vergonzoso, sí... Visitan mercados porque lo de besar niños parece que se ha pasado de moda...

Lola, aunque haya todavía indecisos (las encuestas dicen que sí y muchos), la campaña no es lo que lo que les hará tomar una decisión. Y sobre todo es lo que dices, si no se cumple ¿para qué se proclama?

Jo, muchas gracias. Mira que yo al Senado le daría la utilidad que decía la Constitución que hay que darle, pero obviamente nadie quiere...