jueves, agosto 18, 2011

Buscando grises

Busco espacios grises. Necesito lugares en los que no me etiqueten necesariamente como miembro de un bando u otro. Deseo encontrar lugares en los que se pueda hablar de todo sin necesidad de que los de cada bando me demonice. Y no los encuentro. Los busco. Todos los días. Pero no los encuentro, cada vez me resulta más difícil encontrarlos. No sé si hace falta decirlo, pero me parece un problema grave. Grave porque estamos limitando de una forma insospechado la libertad de expresión. Y la de pensamiento. Grave porque miramos mal a quien no piensa necesariamente como nosotros. Grave porque eso, no puede ser de otra forma, acaba en enfrentamiento. Lo peor es que es una sensación tan extendida que alcanza ya a todos los terrenos posibles. Y si en esa refriega acaban la política (no voy incidir más en el 15-M, porque ya traté ese tema días atrás en dos ocasiones), la religión y el fútbol, el extremismo está más que asegurado.

Por cuestión de moral, de creencia y de pensmiento, estoy en las antípodas de lo que pretenden las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebran en Madrid. No tengo puntos de encuentro con una Iglesia que vive ajena a la sociedad actual, no entiendo la reiteración de mensajes hacia quienes no sentimos como ellos o el juicio moral continuo hacia nosotros. Pero es que, además, no entiendo, no comparto y jamás apoyaré los privilegios de los que está gozando el peregrino que ha venido hasta Madrid a ver al Papa. Privilegios que yo no tengo cuando acometo cualquier aventrua o experiencia en otra ciudad o país, ni mucho menos en mi vida cotidiana. Privilegios que van desde la apertura de edificios públicos para que sean utilizados como albergues, un abono transporte a precio ínfimo que en Madrid no disfrutan por citar dos ejemplos ni parados ni jóvenes, o incluso que no se les cobre por la asistencia sanitaria (aunque cuando se trate de linchar al rival político este sea un tema muy demandado).

Con este planteamiento, sería fácil caer en la tentación de ponerme en el otro extremo, pero me es imposible. Imposible porque el objeto de mis iras no puede ser nunca el creyente. Si alguien quiere creer, está en su derecho, por mucho que a mí no me guste. Las proclamas que he escuchado, aunque los convocantes de las iniciativas intenten que sean críticas a la subvención pública de estos eventos, van contra la Iglesia por ser Iglesia y contra sus fieles por lo que sienten y piensan. Usan argumentos demagógicos y simplistas, en los que en realidad no creerán pero que quedan muy bonitos en eslóganes. Y buscan el enfrentamiento, con lo que, al igual que me sucede con el 15-M, el primer mensaje que me llega es el de la confrontación, el del follón, el de la falta de respeto, y no el de las ideas, el de los proyectos, el de las iniciativas constructivas. Unos y otros querrían en su bando a cuantas más personas mejor pero sin escuchar lo que tienen que decir. Y así yo no quiero entrar en ninguno de los dos.

Busco también grises en este duelo inagotable entre el Barcelona y el Real Madrid, pero no los encuentro. Quisiera hablar de fútbol, porque sobre el césped despliegan a algunos de los mejores jugadores del momento, pero no quieren que hable de fútbol, que disfrute con la forma de jugar, tan divergente como entretenida, de cada uno de los dos equipos. No me dejan. Veo malos ganadores y veo malos perdedores. Veo un espectáculo poco edificante al que, a diferencia de lo que he sentido siempre, no me gustaría que se acercaran los niños. Veo a dos bandos culpables, cada uno con su elevadísima cuota de responsabilidad, pero que no son capaces de darse cuenta de los errores que estamos cometiendo y de la parte que tienen en el follón desatado y ya sin control en que se han convertido sus partidos.

Lo fácil es tirar contra Mourinho. Fácil y justo, por cierto. El portugués no es santo de mi devoción. Nunca lo ha sido. Su actitud es nefasta gane o pierda y estoy seguro de que está detrás de muchas de las cosas que han sucedido. Como de las acciones violentas de Marcelo o Pepe, que rozan la provocación y la tarjeta roja en cada entrada que hacen. Pero miro al otro lado y tampoco me gusta lo que veo. Detesto ver a Piqué con su mano levantada con los cinco dedos, burlándose de su rival. O a Xavi dando lecciones después del partido. O a Busquets tirándose. O a Messi desplazando el balón. O al banquillo del Barça saltando como loco buscando esa confrontación que tanto debiéramos evitar. Y al final, me da igual quien gane. Me da igual cómo jueguen. El fútbol pierde todo su valor porque sólo veo dos uniformes de guerra y una cruenta batalla en la que lo importante es destrozar al rival. Antes, durante y después de los partidos. Así, tampoco puedo entrar.

Busco grises. Desesperadamente. El blanco y el negro cada vez me son más insoportables. ¿Se viene alguien en mi búsqueda? Me iré solo si es preciso, pero me gustaría encontrar compañeros de viaje que valoren el respeto por encima de todas las cosas. Que admitan que los caminos del contrario son tan libres como el nuestro, aunque no lo compartamos. Que sepan expresar sus quejas sin necesidad de apabullar al otro. Que quieran entender que el mundo no puede moverse en una única dirección y que es posible trazar líneas paralelas y también que se crucen. Que no hace falta ir siempre en contra de todo lo demás. Que podemos dejar vivir al resto, crean o no lo mismo que nosotros. Los grises, vaya. Esos lugares en los que no existen verdades absolutas que haya que imponer a toda la humanidad.

3 comentarios:

C.C.Buxter dijo...

Hace unos meses leí una de esas macroencuestas que a veces hacen los periódicos sobre "la sociedad española", y uno de los aspectos que más destacaban era (ojo) la extraordinaria tolerancia que en materia de opiniones mostraba la mayoría de la población, la cual hacía suyos postulados tales como que nadie tiene la verdad absoluta o que todo el mundo tiene derecho a expresar libremente su opinión. Esto me alegró el día, porque si algo caracteriza precisamente al debate de ideas en España es la intolerancia y la absoluta incapacidad para escuchar y tratar de comprender (que no necesariamente de compartir) lo que el otro dice. Siempre es más fácil etiquetar y despreciar al otro antes que rebatir sus argumentos.

Respecto a las JMJ, es un tema que me parece muy cansino, como todo lo que tiene que ver con la religión. Es siempre el mismo debate: los que están a favor y los que están en contra son siempre los mismos, da igual los motivos que esgriman, porque siempre encontrarán alguno.

En cuanto al fútbol, creo que es algo imparable. Cuanta más polémica, más gente compra periódicos, escucha tertuilas, ve la televisión. No digo que la culpa sea de los periodistas, sino que el fútbol se ha convertido en un negocio fabuloso al que es imposible pone coto. Como sabes, a mí solo me interesa lo que sucede sobre el césped, y me pareció triste que dos partidos tan buenos acabsen de forma tan lamentable. Y por cierto, a mí lo que haga el Barça me da igual, pero no lo que hace el Madrid: creo que hay que saber perder, y el miércoles no supieron.

José Vte. dijo...

Desgraciadamente en este país llamado España nunca han existido esa gama intermedia que son los grises (el color, logicamente, los otros si que han existido y bien que arreaban, ahora no son grises pero también arrean).

Supongo que es inposible que nos pongamos nunca de acuerdo, la opinión de unos siempre debe de prevalecer sobre la de los otros para que haya paz y concordia.
Lo malo es que casi siempre son los mismos los que acaban "llevándose la rzaón".
Ejemplos estamos teniendo muchos ultimamente, desgraciadamente.

Coincido completamente en lo que comentas del viaje del papa, yo añadiría que menudo gusto le está cogiendo, ya casi no hay año que no pase por aquí. Y cada vez que viene es un horno de conflictos y una pasta gansa que se va.

En cuanto al clasico, yo por mí como si se matan, sólo lo siento por el daño que le van a hacer a la selección española.
Pero hasta que no se den cuenta, ellos, los medios y los aficionados de uno y otro equipo, de que no son el ombligo del mundo, no pararán. Sólo en el momento en que permitan que hayan otros equipos compitiendo al mismo nivel, se dejarán de egoismos y estupideces y se dedicarán a jugar al fútbol.

O eso o cuando le den definitivament el pasaporte a Mouriño. Creo, sinceramente, que es un cancer para el fútbol.
(sin que esto signifique que el resto de los protagonistas se libre de su parte de culpa).

Un abrazo

Juan Rodríguez Millán dijo...

C.C.Buxter, madre mía, que miedo de encuesta y que desconocimiento de la realidad española... Cuánto me alegra leer lo último que me dices, de verdad. Me acordé de ti, y de otros amigos madridistas que tengo, que esta vez no fue una derrota justa.

José Vicente, si es que ni siquiera hace falta que nos pongamos de acuerdo, pero sí que respetemos lo que tenemos que decir educadamente. Sé que tú y yo no estamos de acuerdo, por ejemplo, sobre el 15-M, pero precisamente por eso me encanta hablar contigo, porque siempre aprendo algo.