lunes, julio 26, 2010

Las fuentes de La Granja

Es una pena que a veces no nos demos cuenta de la cantidad de maravillas que tiene España. Es el nuestro un país con una enorme riqueza cultural y turística, con miles de rincones que conocer y disfrutar. Esa es la sensación que desprende La Granja, en Segovia. Porque allí había mucha gente ayer domingo, pero todo es relativo. En comparación con el espectáculo, me pareció en realidad poca gente la que acudió, a pesar de que desde Madrid es una cómoda excursión. Los jardines son espectaculares y por sí solos ya consiguen que la visita merezca la pena. Pero es que además ayer 25 de julio, al igual que sucederá el 25 de agosto, se pusieron en marcha las ocho fuentes monumentales que completan estos jardines. ¿Y eso es espectacular? ¿Merece la pena verlo? Aunque las fotos no dejan ver ni la décima parte de lo que se experimenta en vivo, juzgad vosotros mismos.

Y ahora os preguntaréis quiénes son estos dos señores... Pues yo os lo digo. Estos, y algún otro que llevaba el mismo uniforme, son los tipos que se encargan de coordinar el espectáculo de juegos acuáticos (para saber el orden en el que se encienden las fuentes, a partir de las 17.30, no hay más que seguir al que lleva una gran bandera española), de dar las órdenes de que se enciendan las fuentes y de que la gente esté correctamente ubicada en torno a las fuentes. ¿Y por qué he puesto esta foto? Pues porque si ellos o cualquiera de sus compañeros os dice que el agua va a llegar hasta el seto, es que el agua va a llegar hasta el seto. No exageran, no. Si te quedas entre el seto y la fuente, es totalmente seguro que viviréis algo parecido a ésta:

Y para qué engañaros, con treinta y tantos grados, uno agradece el agua... aunque venga a traición como vino en la fuente que hay detrás de los dos operarios. Con que os llevéis ropa para cambiaros basta para que podáis disfrutar a tope la experiencia. Iba a deciros que es altamente recomendable, pero no es del todo cierto. Eso sería si visitas los jardines, el laberinto, el estanque, la cueva y el pueblo. Con todas las fuentes mostrando los juegos acuáticos es sencillamente imprescindible.

miércoles, julio 21, 2010

Aragón, el nuevo osezno de Cabárceno

Este es Aragón, un osezno de unos siete meses de vida que hace poco más de 30 díasllegó al Parque de Cabárceno (¿no conocéis Cabárceno? Pues os cuento algo más aquí y os digo que es un lugar que tendríais que visitar...). Su historia tiene un comienzo trágico y un final feliz. A comienzos del mes de junio, la Guardia Civil detuvo a un coche de alta gama en el que viajaban dos ciudadanos rumanos, dos tipejos a los que se les podría calificar con todo tipo de insultos, que pretendían traficar con él. No se sabe cuál es la procedencia del osezno ni tampoco si su madre vive. Lo que sí estaba claro es que el animal estaba en un estado lamentable.

Estaba desnutrido y deshidratado, porque los miserables que querían ganar dinero con él no sabrían probablemente ni qué come un oso. Tenía un fuerte estrés acumulado por su cautiverio y por la traúmatica extracción de su medio natural, y presentaba heridas en las patas, que bien podrían haber sido provocadas durante su captura o incluso por mordeduras de la propia cría. Cuando le encontraron, Aragón era un osezno violento y herido. Pero con los cuidados adecuados, el animal se fue curando y tranquilizando, además de ganar peso (de los 3,7 kilos que pesaba cuando le localizaron pasó en menos de un mes a más de seis).

Todavía no se le ha podido integrar con el resto de osos de Cabárceno y permanece en un recinto aislado que, en principio, no iba a ser visitable. Pero sí se le puede ver. Y hay que ver lo bonito que es, parece sacado de la entrañable serie de dibujos animados Jackie y Nuca. Las ganas que dan de cogerlo y abrazarlo, de acariciarlo, de dejarle que te lama la mano. Es un bichejo curioso, en cuanto ve a la gente se acerca y en cuanto escucha el sonido de una cámara quiere saber qué es eso (le saqué más de 70 fotos en el ratito que estuvimos con él, incluyendo las queíncluyo en esta entrada). Y es tan increíble como odioso que haya desalmados dispuestos a traficar con animales tan bonitos.

martes, julio 13, 2010

Campeones del mundo

España ha ganado el Mundial de fútbol. Campeones del mundo. Esperad, que lo voy a escribir otra vez: campeones del mundo. Y otra más: campeones del mundo. No sé cuántas veces más lo voy a poner por escrito o decir de viva voz para terminar de creerlo, para asumirlo completamente. Para darme cuenta de que aquello con lo que todo crío ha soñado alguna vez es verdad. Porque ahora me acuerdo de aquellos partidos que jugaba de niño con un balón hecho con papel de plata o incluso con una botella de batido de chocolate que era nuestro Jabulani particular (y se movía más o menos igual, vaya...). En aquellos partidos de patio de colegio lo que jugábamos en realidad era la final del Mundial, aquel partido inalcanzable que sólo cobraba forma en nuestros sueños, juegos e ilusiones. Y ahora es real. Es mío. Yo soy campeón del mundo. No he jugado esa final, no, pero he soñado con ella tantas veces que un trocito tiene que ser mío por fuerza. Mío y de todos los que lo habían soñado.

Y ya sé que todo el mundo verá mil veces, un millón de veces, el gol de Iniesta, el tanto que nos da la victoria en la final ante Holanda y el título de campeón del mundo. Ya sé que todo el mundo pensará que eso, y no otra cosa, es lo que nos convirtió en campeones. Ya sé que en los próximos años vamos a escuchar no sé cuántas veces la narración original de ese instante, sea en una cadena de televisión u otra. Pero para cuando Iniesta marcó el gol, yo ya sabía que éramos campeones. Que íbamos a serlo, más bien. Que la Copa no podía tener otro dueño. Que no había más resultado posible que la victoria, fuera en lo que quedaba de prórroga o en los penaltis. Yo ya había cantado otro gol sin que el balón entrara en una portería. Cuando Sneijder, creo que fue él, metió un balón de profundidad a Robben, ya sabía que Piqué no iba a llegar a cortar ese balón. Ya sabía que no iba a llegar ningún otro defensa para cortar la jugada. Ya sabía que en esa jugada se decidía quién iba a ser campeón del mundo.

Llamadme oportunista si queréis, pero ya sabía que Iker la iba a parar. Creo que él también. No sabía si iba a ser una mano salvadora, quizá un pie oportuno, a lo mejor un blocaje en toda regla. Pero sabía que no iba a ser gol. Yo soy portero y, aunque no juegue, siempre lo voy a ser. Tengo ese alma solitaria que hace falta para ponerte bajo los palos con una camiseta distinta a la de todos tus compañeros de equipo. Para mí el momento de la final fue éste. Fue ver ese pie rechazando el disparo de Robben. Ahí ya supe que íbamos a ser campeones del mundo, que no había carambola del destino que nos pudiera arrebatar lo que tenía que ser nuestro. Qué grande eres, Iker. Qué grande es este deporte. Y qué grande es, mucho más, cuando además es justo. Esperad otra vez, que tengo que repetirlo: campeones del mundo. Sí, el escalofrío que me recorre la espalda cuando lo digo me confirma que es verdad. Saboreadlo y disfrutadlo, que es Historia.

jueves, julio 08, 2010

Todo ha cambiado

En 1978 no tenía edad ni para saber lo que era el fútbol, mucho menos para enterarme de que se jugó un Mundial o del fallo de Cardeñosa.

En 1982 me gustaban más los dibujos de Naranjito que la competición deportiva, por lo que no tengo recuerdos de derrota ni de fracaso en casa.

En 1986 mi ilusión de niño me hace recordar más los cuatro goles del Buitre a Dinamarca que el penalti que falló Eloy.

En 1990 mis momentos fueron cuando Górriz marcó ante Bélgica o los tres de Michel a Corea. Y el grito de "me lo merezco". Pero también perdimos.

En 1994 aprendí de verdad que esto de las decepciones iba con nosotros. Lo vi en Dublín, después de alucinar con la cantidad de banderas de tu país que puedes encontrar en otro.

En 1998 la eliminación encontró su primer rincón en el salón de siempre. Fue apoyado contra el radiador, frente al televisor pero escondido tras el sofá.

En 2002, fue a la derecha de la pantalla. De rodillas en el suelo esperando el milagro. Y pensando cómo era posible que los coreanos nos metieran los cinco penaltis.

En 2006 el lugar fue bajo la puerta del pasillo. Sin mirar a la tele por la incredulidad de caer como siempre después de haber jugado la primera fase como nunca.

Y entonces llegó esto.

Me diréis que todo empezó cuando Casillas paró aquel penalti a Italia en los cuartos de final de la Eurocopa de 2008. O cuando Torres marcó el gol de la final ante Alemania y nos convertimos en campeones. Pero no es así. Al menos no para mí, porque un Mundial es siempre un Mundial y es más grande que todas las demás cosas. Todo ha empezado aquí, con estas imágenes que sigo viendo en mi cabeza fijas, sin movimiento o a cámara lenta, más lenta que cualquiera que hayamos visto por la tele. Porque gracias a este gol España ha llegado a la final de un Mundial, hasta el último partido del torneo. El domingo podremos ganar o podremos perder, pero algo ha cambiado para siempre porque de este Mundial ya no nos vamos eliminados antes de tiempo. Lo de ayer ante Alemania, lo de Paraguay, incluso lo de Portugal, son ya instantes inolvidables de pura felicidad. Y nos queda otro. Sólo uno. Uno más.