lunes, junio 30, 2008

¡¡¡¡¡CAMPEONES!!!!!

No creo que haya nada que pueda escribir que esté a la altura de tantos sentimientos, de tantas emociones y de tanta felicidad como me ha dejado la selección española de fútbol. Adoro ese deporte, desde chiquitín. He crecido con él, he vivido con él. Y lo más paradójico de todo, como decía en la víspera, es que nunca había podido cantar aquello de "campeones, campeones" para mí mismo. No he visto a la Real ser campeona (ya había nacido en las ligas de los años 81 y 82 y en la Copa del 87, pero no tengo recuerdos auténticos de aquellos días). No había visto a España ganar nada (la Eurocopa del 64 llegó demasiado pronto...). Hasta ayer. Hasta el 29 de junio de 2008. El día en que, por fin, canté aquello de "campeones, campeones". Y me quedé sin voz prácticamente en el primer "oé", porque llevaba todo el partido empujando. Para poder cantarlo. Y lo canté, ya lo creo que lo canté. Primero con voz. Después sin ella. Pero lo canté.
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Y cuando se pasó la euforia me salió una frase: "Así que esto es lo que se siente al ser campeón...". Es impresionante. Me dais envidia todos aquellos que lo vivís más a menudo, pero puede que no lo hayáis disfrutado tanto como yo. A mí me ha costado 30 años llegar a soltar ese grito de la forma en que lo he hecho. Y lo he compartido con millones de personas que vieron el partido por televisión y con miles que lo vieron en Viena. España es campeona. Tengo que reconocer que lo ha sido cuando menos confianza tenía en que el resultado fuera éste. Pero la alegría ha sido igualmente inmensa. Incluso tuve mis momentos de satisfacción txuri urdin, lo que no es poco tal y como tengo ahora a la Real...
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Para ver el partido, tuvimos un escenario inédito pero magnífico. Y llegamos a la conclusión de que el gafe para España era el piso en el que, hasta ayer, habíamos visto siempre a España caer eliminada. Ese piso está desocupado y en venta, por cierto (por si os interesa...), pero creo que cuando sus dueños lo vendan tendrán que poner como condición que esté deshabitado cuando España tenga que jugarse algo importante... Y teníamos unos aliados importantes: los nachos. ¿Que atacaba España? Nachos con una salsa. ¿Que había que frenar a Alemania? Los nachos con la otra salsa. Y funcionaba, ya lo creo que funcionaba... Mi camiseta de España, aquella que me había acompañado en todas las eliminaciones desde 1998, aquella que no me puse en cuartos ni en semifinales volvió ayer. Vi la final con ella. Y ganamos con ella. ¿Superticioso? ¿Quién, yo...?
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Hoy no me importa que me gusten o no los jugadores de la selección, no me importa lo que piense o pueda pensar de Luis Aragonés o Villar. Hoy no me importa nada. Hoy sólo sé que somos campeones de Europa. Hoy me he puesto la camiseta roja de España para dejar muy claro lo feliz y alegre que estoy. Mira que disfruté con Induráin, mira que me vuelve loco Alonso, mira que he tenido noches futbolísticas irrepetibles, mira que he visto a España ganar mundiales de fútbol sala, de balonmano o de baloncesto, mira que me encantan las medallas olímpicas, pero puedo decir con toda la seguridad del mundo que ayer fue el día más feliz de mi vida como aficionado al deporte. De largo...
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¡¡¡CAMPEOOOOOOOOONES, CAMPEOOOOOOOONES, OE, OE, OEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!

domingo, junio 29, 2008

Quiero ganar por...

Quiero ganar porque nunca hasta el día de hoy he visto ganar nada a MI equipo, al que yo animo desde el corazón, porque quiero tener esa sensación única al ver al capitán levantar el trofeo, porque quiero dejar de vivir de alegrías ajenas que me pueda apropiar en un fugaz instante, triunfos de otros equipos que celebro por simple simpatía.

Quiero ganar por Luis Arconada, para que se entierre definitivamente el recuerdo de aquel fallo que tuvo en la Eurocopa de 1984, aquel que nos privó entonces de ser campeones a todos y especialmente a ese portero inolvidable, mítico y extraordinario, que tuvo una actuación decisiva en el camino a aquella final a pesar de que casi nadie quiera recordar esos partidos y prefiera quedarse con el error.

Quiero ganar por ver a Platini entregándole a Casillas la copa de campeones, cerrando el círculo que se inició hace 24 años, precisamente con aquella falta que lanzó el francés y no pudo detener Arconada, con aquel día en que Francia se proclamó campeona por delante de España, con aquel día que supuso el inicio del derrotismo futbolístico español que nos ha acompañado hasta esta Eurocopa.

Quiero ganar por Xabi Alonso, producto de la cantera realista de Zubieta, último reducto en la verdadera élita futbolística (junto con Nihat y Darko Kovacevic) de aquella Real casi campeona de hace cinco y la cuerda a la que me agarro para pensar que el equipo txuri urdin volverá a ser grande el día menos pensado.

Quiero ganar para olvidarme de una vez por todas del gol de Zidane en el descuento, del penalti que falló Rául ante los franceses, de Al Ghandour y los coreanos, de Eloy ante Bélgica, del fallo de Salinas y el codazo de Tassoti, de la inútil goleada ante Bulgaria, de Michel agachándose en la barrera ante Yugoslavia, del fiasco de España 82 y hasta de Cardeñosa fallando ante Brasil.

Quiero ganar por Villa, porque es durísimo perderse una final de un torneo por el que has luchado tanto y para conseguir que el delantero español sea el máximo goleador de esta Eurocopa aunque no pueda jugar el último partido.

Quiero ganar por España, qué demonios, por poner fin a los complejos históricos, al mal entendido progresismo que tienen algunos cuando ven la bandera rojigualda, por contemplar la fecilidad, por fin, de millones de personas a la vez.

Quiero ganar por Casillas, porque es exactamente el profesional que yo hubiera querido ser de crío, un portero extraordinario, un capitán fantástico, un tipo que sigue siendo el mismo chaval que creció en Móstoles, que no tiene para nada subido a la cabeza que es un dios futbolístico y que siempre va a estar ahí para la gente.

Quiero ganar por ese gran deporte que es el fútbol, para que se acaben ya las malditas comparaciones con otras selecciones que sí han hecho historia ganando competiciones de gran importancia internacional en otros deportes, como el baloncesto, el balonmano, el hockey sobre hierba o el fútbol sala.

Quiero ganar por los snobs que ven el fútbol como una banalidad para analfabetos, aquellos que no entienden a los que disfrutamos con el deporte, y que hoy tendrán que elegir entre mantener su boba indiferencia ante la felicidad de millones de personas y unirse a una fiesta en la que no creen por una pura cuestión de imagen.

Quiero ganar por el vecino del noveno del bloque de enfrente, que lleva toda la semana, desde que eliminamos a Italia por penaltis, saliendo cada hora a su balcón con una bufanda de España y cantando "El día 29, España campeón", "A por ellos, oé", "este partido lo vamos a ganar" y el clásico "España, España", mostrando un entusiasmo que sólo merece la victoria.

Quiero ganar. Simplemente quiero ganar. Ganar una final...

viernes, junio 27, 2008

¿Podemos...? (3)

¿Podemos...? Madre mía, que sí, que sí podemos... Que España ha llegado a una final de una competición de fútbol... Que le ganamos a Italia en los penaltis, que le hemos metido tres a Rusia, que nos espera Alemania en LA FINAL... Que jugamos al fútbol de maravilla cuando queremos... Que el baile de la segunda parte a Rusia fue memorable... Que estamos viviendo un trozo de la historia de este deporte... Que le podremos contar a nuestros nietos cómo vimos estos partidos, igual que a nosotros nos han contado los días más memorable de años anteriores... No sé si soy simple, como sé que piensa alguien de mí por mi fervor futbolístico, pero lo de ayer fue un momento feliz. Fugaz, pero feliz. Muy feliz. Y que el domingo continúe esa felicidad...

Hasta la suerte está de nuestro lado... Y lo digo por qué estoy convencido de que lo de Iniesta en el primer gol es un pase más que un tiro, pero Xabi explotó lo mejor que tiene, su llegada al área desde atrás, y nos pusimos 0-1...

Y llegó Güiza, jugador que no me gusta nada, y nos dejó un toque sublime que el portero ruso todavía está buscando...

Y llegaron esos dos impresionantes jugadores que son Cesc (¡titular ya!) y Silva (¡qué pedazo de Eurocopa la suya!) y marcaron el tercero, en un precioso y preciso contraataque. Y me quedé sin voz cantando los tres goles, gritando que estamos por fin en una final. ¿Y quién quiere perder una final...? Podemos, ya lo creo que podemos, por mucho que yo creyera que no antes del torneo... Y es que lo más grande del fútbol es que con fe, ilusión y algo de calidad, se puede llegar tan lejos como uno quiera.
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A Rusia le pegamos tal baño que sólo tuvieron una ocasión clara de gol. Y Casillas nos dejó la parada de la Eurocopa, una de esas imágenes hermosas de verdad que se quedan para siempre en la retina, en la memoria y en el corazón. Qué grande eres, Iker, qué grande...


¡¡¡Y AHORA A POR ALEMANIA!!!

jueves, junio 26, 2008

Los avatares de Bibiana Aído

No me gustó la idea de tener un Ministerio de Igualdad, y lo dije en su momento. Le di todo el beneficio de la duda a la ministra más joven de la democracia española, porque la juventud nunca puede ser un impedimento para hacer un trabajo y porque no la conocía. Pero han pasado ya unos meses desde que tomó posesión de su cargo y el balance de Bibiana Aído es bastante descorazonador por la cantidad de avatares de diversa índole que ya ha vivido la ministra. No sólo no ha conseguido justificar en ningún momento la creación de esta nueva cartera, sino que además se mete en más fregados de los que debería. Y los lingüísticos están a la cabeza.

Lo de las "miembras" fue una frivolidad imperdonable en alguien que, además, sabe que va a ser mirada con lupa en cada una de sus acciones, por ministra, por joven y seguramente también por mujer desde algunos espectros de la sociedad. Provocó chistes y burlas, pero no consiguió que nadie tomara en serio su propuesta de incluir esa palabra en el diccionario de la Real Academia. Menos mal, por cierto. De momento su cruzada contra los genéricos masculinos no tiene éxito, por fortuna no hay ningún hombre por ahí suelto que quiera ser llamado "persono" y gracias a todo lo que haya que agradecer no ha arremetido aún contra los neutros (¿querrá la ministra luchar para evitar las "crisas" de las mujeres en vez de sus "crisis"?).

Ayer se inventó otra palabra más. Habló de culturas "inferiorizadas". La soltó en un discurso preparado, lo que hace que sea más intolerable aún. Me pregunto si ésto será una muestra más del desprecio cada vez más acusado que la gente en general, y en concreto la juventud, siente por ese noble arte cada vez más en desuso de saber escribir y leer con corrección. Me pregunto si habrá sido un desliz suyo o de algún asesor (en ese caso, también sería suyo porque debiera revisar lo que le escriben, dado que es ella la que se expone a la crítica pública). No lo sé y no me voy a aventurar, pero el suspenso a las dotes lingüísticas de la ministra está más que merecido con estas dos pinceladas.

En ese mismo discurso, el de las culturas "inferiorizadas", arremetió contra las costumbres musulmanas por imponer a la mujer vestimentas que tapen su cuerpo por completo. Por descontado, estoy en contra de estas prácticas impuestas, pero las palabras de la ministra, no me cabe la menor duda, serán interpretadas por destacados miembros de esas culturas como un ataque injustificado. Creo que hay formas mejores de decirlo y creo que es mucho más importante trabajar por la igualdad que ir criticando a todo el que se ponga por delante. Analicémoslo y nos daremos cuenta de que esa declaración no ayuda en nada a la igualdad de las mujeres musulmanas. Un charco en el que no hacía falta meterse, sin duda. No porque no haya un problema en este sentido, sino porque, desde mi punto de vista, Aído equivoca las formas. No hay que callar, pero tampoco se puede hablar sin actuar.

Cuando no incurre en faltas lingüísticas o polémicas varias, lo cierto es que la ministra no termina de explicar con claridad algunas de sus iniciativas. Habló del teléfono de la masculinidad en su comparecencia ante el Congreso de los Diputados. Y la gente se burló de ella, incluso dentro de su propio partido (ya ha tenido polémica con Alfonso Guerra), porque no se entendió lo que proponía. Se habló incluso de que quería lanzar un teléfono para maltratadores, toda una barbaridad. El caso es que la propuesta de Aído ya funciona con bastante éxito en países como Noruega. Pero ni siquiera con una buena idea consiguió la ministra eludir críticas y problemas. Desde luego, es un síntoma muy negativo.

Y hay otra cosa más que le hemos oído estos días a la ministra: la iniciativa de la biblioteca para mujeres. Reconozco que no me ha quedado nada clara la idea. ¿Pretende abrir un centro en el que sólo podrán entrar las mujeres a consultar libros de escritoras? Si es así, creo que me iré pensando acudir un día y, cuando no me dejen pasar, pedir los datos de quien manda por allí para presentar una queja al Defensor del Pueblo y, de paso, un recurso ante el Tribunal Constitucional. ¿Igualdad? Si no me dejan pasar y a una mujer sí, ¿cómo va a haber igualdad? Otra cosa sería una biblioteca sólo con los libros de mujeres. Ahí no habría ofensa alguna pero, ¿de verdad alguien lo ve útil? Si los libros de mujeres ya están en las bibliotecas, ¿para qué una biblioteca sólo de libros escritos por ellas?

Esto último da una idea de lo que hasta ahora es el Ministerio de la Igualdad. Algo que todavía no sabemos muy bien para qué sirve, que no parece dar pasos reales para conseguir lo que propugna y que se centra en iniciativas quizá necesarias pero poco profundas. Y me da la sensación de que lo que Bibiana Aído haga en el futuro no va a cambiar mucho mi opinión. Ojalá lo consiga, me encantaría poder elogiar a esta ministra, de verdad, pero no creo que vaya a convencerme, no...

martes, junio 24, 2008

Cerrado en falso

Hace tiempo dije que me estaba oliendo que el PP cerraría en falso su congreso y en falso lo ha cerrado. ¿Qué queda de esta esperadísima cita política? La frialdad del saludo de Aznar a Rajoy y el pasotismo absoluto del ex presidente del Gobierno hacia todo lo que montó su partido enValencia. Que Esperanza Aguirre se considere "un verso suelto". La eliminación de la ejecutiva de todo aquel que haya criticado a Rajoy. El nombramiento directo como candidato a la Presidencia del Gobierno del presidente del partido. El triunfo, o eso dicen, de Arenas y Gallardón. Vamos, luchas por el poder y noticias propias de la prensa del corazón. Relevancia política, cero.

Luego, ¿para qué ha servido todo esto que ha tenido a tantos periodistas (y espectadores, no lo neguemos) en vilo durante estos meses? No ha habido debate de ideas, ese que Aguirre decía defender, no sin cierta hipocresía, cuando empezó a criticar a Rajoy. Lo que ha habido es una lucha por el poder y malestar entre los que no lo han conseguido. Aznar sigue a lo suyo: llega tarde a los actos, no escucha a los dirigentes de su partido porque no le da la gana y se comporta como un divo al que hay que reverenciar a cada paso que da. Y nadie se atreve a censurarle en público. No existe la unión ni la integración que dice Rajoy que sí hay, porque todos los críticos se han quedado fuera de su ejecutiva. No hay una renovación de ideas porque nadie ha hablado sobre qué ideas salen de este Congreso. Acebes y Aznar alertaron contra un cambio de rumbo y Rajoy dijo que no hay tal. Y punto. Vamos, lo mismo de los útlimos meses.

Lo único relevante que deja este congreso está, precisamente, en los nombramientos, concretamente en uno, el de Maria Dolores de Cospedal como secretaria general del partido. Hasta ahora siempre ha estado lejos de la primera línea (incluso algo enterrada como sustituta de Suárez Illana en Castilla-La Mancha, lo que en su día muchos vieron como un ostracismo poco voluntario) y, por tanto, todo lo que se pueda decir de ella ahora entre en el terreno de las conjeturas. A mí su nombramiento me abre una cierta esperanza porque creo que tiene capacidad para situarse en las antípodas de lo que ha hecho Ángel Acebes, al menos en las formas. No sé si tiene la categoría suficiente para dirigir un partido con diez millones de votantes, pero si marca distancias con lo vivido en la pasada legislatura ya me habrá despertado aprecio y simpatía.

De momento, todo lo malo que he oído sobre ella es que es una madre soltera (¿y qué relevancia política tiene eso? ¿Por qué algunos medios de comunicación han destacado ese dato por encima de su trayectoria política?) y que algunos tacharon su nombre en la papeleta del Congreso del PP (como desconozco los motivos, y no quiero pensar mal, tampoco tiene mucha relevancia). Por eso tiene el beneficio de la duda. Eso sí, me cansa que sigan hablando de "la primera mujer que". Esas frases me parece que destilan aún más machismo que destacar su maternidad desde la soltería. Es la secretaria general y punto. Que trabaje y sobre eso la valoraremos.

lunes, junio 23, 2008

¿Podemos...? (2)



Pues no sé si podemos, no podemos o dejamos de poder. No quiero decir absolutamente nada de lo que nos espera en el futuro o de lo que pensaba en el pasado de esta selección. Lo único que sé es que ayer ganamos. A Italia. En cuartos. Estamos en... semifinales... Sí, sí... Semifinales... ¿Y hay algo más bonito que llegar ahí ganando a Italia en los penaltis...? Algo habrá seguro, pero pocas cosas. ¡Qué gozada! ¡Qué saltos pegábamos todos! ¡Qué gritos! ¡Qué abrazos! Sudábamos casi más que los jugadores cuando terminamos de gritar, de brincar, de felicitarnos, de brindar con cava por lo que acabábamos de ver... España en semifinales... Sí, es de verdad, España en semifinales... Ponían el cuadro de la Eurocopa en la pantalla tras el partido y ponía "SF" y un poquito más abajo "Spain". La última vez que eso pasó yo tenía seis añitos...
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Ni voy a hablar ni de lo bueno (venga, de Casillas sí: ¡Qué pedazo de portero! Con él siempre hay que tener confianza en la victoria, en la magia del fútbol. De hecho, antes de los penaltis sólo dije una cosa: "podemos". Y era el único que tenía esa aplastante seguridad, a pesar de que en el minuto 119 me acordé de un partido bastante parecido, el España-Inglaterra de la Euro 96... que perdimos en los penaltis) ni de lo malo, no voy a aventurarme a decir nada de lo que puede pasar en la semifinal. Ya ni me atrevo. Por si acaso...
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Ayer, por primera vez en los últimos diez años, no me puse mi camiseta de la selección para ver un partido decisivo de España en la fase final de un Mundial o una Eurocopa. Con ella he visto a España caer contra Corea, contra Portugal, contra Francia... Ayer, por primera vez en toda mi vida, vimos el partido en un lugar diferente, el nuevo hogar de un amigo. El viejo, vecino de arriba incluído, quedó atrás junto con las derrotas. Y en esa nueva casa, de momento, no tengo el rincón en el que lamentar una eliminación de España. ¿Supersticioso? ¿Quién, yo? Qué va... Pero el jueves tampoco me pongo la camiseta. No vaya a ser que...

viernes, junio 20, 2008

Espejo roto

- El espejo... Está roto...
- Sí lo sé, y no me disgusta. Así me veo tal y como me siento.

(Billy Wilder, El apartamento)

Hay tanta gente que se puede sentir así en algún momento de su vida... Hay tanta gente que en un instante necesita un hombro en el que llorar, una persona a la que acudir, un extraño en quien confiar, un amigo al que hablar... Y cuesta tan poco escucharles y ayudarles... Sólo un momento, sólo una palabra de confianza, sólo un gesto de comprensión y el mundo parece distinto, aunque sea fugazmente...

Las películas suelen tener final feliz. Ese es sólo uno de los momentos por los que tanto me gusta el cine. De vez en cuando, la vida regala finales así. Y le pueden tocar a cualquiera.

miércoles, junio 18, 2008

La condena a Jiménez Losantos

Acaban de condenar a Federico Jiménez Losantos por las barbaridades que soltó (y sigue soltando) contra el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón (y contra otros muchos, que ojalá tomen el mismo camino de los juzgados por el que optó el primer edil de la capital para poner freno a estas burradas sin sentido). La sentencia ha sido una noticia formidable para todos aquellos que pensamos que la libertad de expresión no puede amparar los insultos o las mentiras. Pero, con ser un un feliz acontecimiento una sentencia de este estilo, lo que me llama la atención es la reacción del propio Jiménez Losantos, que, por si alguien lo dudaba, no ha tardado en evaluar la decisión judicial en su programa.

"Rajoy puede decir a Zapatero que ha traicionado a vivos y muertos y yo no puedo decir nada de Gallardón" y "tiene una ventaja la sentencia, y es que cifra el honor de Gallardón en seis millones de pesetas. Hombre, yo, si es por ese dinero..." son dos de las frases de Jiménez Losantos en su programa. Y las dos sentencias contienen elementos verdaderamente preocupantes. En la primera no me voy a extender mucho pero sí quiero dejar claro que Jiménez Losantos se equivoca. Rajoy no puede decir eso, no. Lo que pasa es que Zapatero, para no crispar aún más la vida política (y contribuir así a que el propio Jiménez Losantos lo haga), optó por no recurrir a los tribunales. Son cosas muy distintas.

Pero la segunda es la que tiene más cuestiones concretas a analizar. Antes de nada, hay que dejar claro que el locutor se equivoca. Eso no es lo que vale el honor de Gallardón (político al que soy poco sospechoso de defender habitualmente, por cierto, no vaya a pensarse alguien que hablo por simpatía hacia el afectado), sino la relevancia que tiene un ataque como el que hizo el comunicador de la Cope. Si a Jiménez Losantos le parece poco, será que su insulto tiene el mismo poco valor. Hay también aquí mucha diferencia entre una cosa y la otra. No es Gallardón el protagonista de la sentencia, es el propio Jiménez Losantos, al que se ha CONDENADO por una acción ilícita, que excede los límites de la libertad de expresión en la que quiso ampararse durante el juicio.

Hay más. Lo que viene a decir Jiménez Losantos es que está dispuesto a seguir insultando a Gallardón si la multa es sólo de 36.000 euros. Y eso me parece de una gravedad importante porque entronca con toda una realidad social. Los españoles pensamos que las leyes no están hechas para nosotros, que podemos saltarnos a la torera la que queremos sólo porque no estamos de acuerdo o porque en un momento dado nos viene bien. Jiménez Losantos excede la libertad de expresión para insultar e injuriar, pero otros piensan que eso de sacarse el carnet para poder conducir no va con ellos, que pueden conducir por ciudad a 150 km/h, que se puede ir por la calle rompiendo papeleras, que se puede fumar en lugares públicos en los que está prohibido hacerlo o que un pequeño fraude fiscal no merece ser condenado.

El mundo de la prensa suele, además, meterse en caminos como el que toma Jiménez Losantos. Y lo hace porque, desgraciadamente, es verdad lo que dice el locutor de la Cope: compensa. Me acuerdo cuando El Mundo metió un fotógrafo en la vista en la que Felipe González declaró ante el juez (ya no recuerdo si por los GAL o por los fondos reservados). A pesar de que estaba prohibida la entrada de la prensa y de fotógrafos en la sesión, una instantánea tomada de incógnito abrió la primera página del periódico al día siguiente. Ni siquiera recuerdo si se condenó a El Mundo por ésto. Hace poco, Interviú publicó las famosas fotos robadas de Elsa Pataki. La condena ni siquiera cubrió todo el beneficio que le generó a la revista ese número. Es decir, compensa saltarse la ley.

Una vez constatada esta triste verdad, sólo queda esperar a que este lamentable espectáculo se repita de nuevo. Que Jiménez Losantos insulte a alguien y ese alguien decida reclamar a la Justicia. Al menos Gallardón ha abierto el camino. Qué importante sería para luchar contra esta impresentable faceta de los medios de comunicación que otros muchos le siguieran.

martes, junio 17, 2008

Conversaciones de tren

Conversación 1:
Situación: Transcurridos tres cuartos de hora de viaje, una mujer joven y de complexión normal, vestida con una blusa amplia, está leyendo en su asiento. Se le acerca un hombre mayor, de unos 70 años.
- Disculpe, señorita.
- ¿Sí?
- La he visto antes al subir y... me preguntaba si estaba usted en estado de buena esperanza.
- ¿...?
- Es que como...
- No (seco, cortante).
- Ah, bueno, usted disculpe.
El hombre se da media vuelta y regresa a su asiento. La mujer gira la cabeza en un gesto que puede ser bien de incredulidad ante la conversación que acaba de mantener o bien de indignación ante el hecho de que el hombre la viera gorda.

Conversación 2:
Situación: En la cafetería del tren, el encargado (un hombre de unos 50 años) charla con un cliente, de unos 35. El contacto socializador se produce cuando el tren está en las vías de alta velocidad y, al ser un tren no demasiado moderno, sufre un acusado movimiento que provoca que los pasajeros que estén de pie tengan que hacer acusados esfuerzos para mantener el equilibrio.
- ¿Sabes qué es lo mejor de esto (en alusión al movimiento)?
- No, ¿qué?
- Pues que podría estar despachando totalmente pedo y nadie se daría cuenta.
Las risas de los dos protagonistas de esta conversación no consiguen acallar la sensación de que el encargado hablaba con cierto conocimiento de causa...

¿Y la foto qué tiene que ver con todo esto...? Pues muy sencillo. De nuevo en el tren, ya volviendo a Madrid, se montó un caballero de unos 30 años que hizo tres cosas nada más sentarse: colocar su portátil, ponerse unos auriculares y quitarse los zapatos. Y esos eran sus calcetines. Imposible resistirse a sacar a una foto...

Seguimos en Segunda

Todo lo que me deja el final de temporada de la Real ya lo he dicho aquí y aquí. Seguimos en Segunda. Acumulamos una tarde triste más, la enésima de los últimos años. Pero quiero proclamar, también desde este espacio, que, por muchos palos que soporte, mi corazón seguirá siendo siempre txuri urdin.
¡¡¡Aupa Real!!!

viernes, junio 13, 2008

Eso no es una huelga, es fanatismo

No estoy viendo una huelga, no. Lo que estoy viendo a un puñado de fanáticos que deben ser castigados por la Justicia. Estoy viendo a grupos de irresponsables a quienes no les importan las consecuencias que pueden tener sus actos sobre los demás. Estoy viendo a personas que no se paran a pensar en si lo que están haciendo está mal, cegados por su propio odio. Estoy viendo a gente egoísta y rastrera que pisotea los derechos de los demás en una supuesta defensa de los suyos propios. Estoy viendo fanatismo. Y lo que es peor, fanatismo organizado, chulesco y violento. Lo camuflan como una huelga, pero no lo es.

Y es que, por mucha razón que puedan tener en sus reivindicaciones los colectivos en huelga, ya no me importa lo más mínimo lo que defiendan ni lo que pidan. No respeto su posición porque con violencia no se defiende nada (el argumento no sólo vale para ETA y su entorno, amigos fanáticos) Y lo digo así, tan claramente como puedo. Se me han quedado grabadas las palabras del hombre al que unos energümenos huelguistas casi asesinan dentro de su camión mientras dormía en él, mientras le sacaban del vehículo con la piel quemada. No paraba de repetir que él estaba con la huelga, que no había hecho nada (y por nada se entiende ejercer su derecho al trabajo). Se me ponía la piel de gallina. La conclusión es lógica: si no nos plegamos a la huelga, corremos el peligro incluso de morir. Es increíble que esas prácticas medievales sigan encontrando defensores en el siglo XXI.

He visto a chulos sindicalistas dar órdenes a la Guardia Civil para que paren a todos los vehículos con el fin de que ellos informen a los trabajadores de la huelga. ¿Informarles? ¡Ja! O están (estamos) con vosotros o que se atengan (atengamos) a las consecuencias, que pueden ir desde la agresión física del trabajador (o de las fuerzas de seguridad) al destrozo material de su vehículo o de la mercancía que transporta. ¿Desde cuando destrozar lavadoras o comida en las cunetas forma parte del derecho de huelga? ¿Desde cuando quién ejerce el derecho de huelga se cree con la potestad de decirme a mí si quiero secundarla o no? Eso es lo que han hecho estos fanáticos, a quienes no les ha importado amenzar y agredir con tal de que sus objetivos se cumplan. ¿Un centenar de detenidos? Me parecen pocos para lo que he visto, que será una ínfima parte de todo lo que ha sucedido.

Y eso sin hablar de las múltiples consecuencias económicas que va a tener esta salvajada. Están provocando pérdidas millonarias en sectores que no se tenían que ver afectados. Y como muestra, una trivialidad. El músico Ennio Morricone ha pospuesto los conciertos que debía dar estos días en España porque no tenía garantías de que sus instrumentos llegaron a los lugares en los que iban a celebrarse. Si eso ha pasado en algo tan mundano como un concierto, imagináos todo lo que puede haber detrás en sectores productivos esenciales para la economía española. Eso convierte esta huelga en una irresponsabilidad, en una medida de presión que no actúa contra el Gobierno al que se pretende obligar a ceder, sino contra el ciudadano. Nos han chantajeado, nos han perjudicado, nos han amenzado.

No entiendo mucho de cuestiones económicas, pero una huelga así me parece una medida desesperada, que se puede dar al final de una negociación que no consigue cerrarse. ¿Hemos llegado a ese punto? Creo sinceramente que no. Líbreme quien sea de salir a defender a un Gobierno que veo algo desaparecido después de las elecciones (a ver si Rajoy toma nota de lo que debe hacer en realidad la oposición, porque no es ni lo que hizo en los últimos cuatro años ni lo que está haciendo en estos últimos dos meses), pero jamás voy a defender a estos fanáticos. Lo que habría que hacer es, con el archivo fotográfico y videogfráfico en la mano, identificar a todos los que han cometido la más mínima irregularidad y juzgarles. Porque la huelga, amigos fanáticos, también tiene reglas. Y muchos de vosotros, demasiados, las habéis roto.

miércoles, junio 11, 2008

Vitoria: calidad de vida

Dicen que Vitoria es una de las ciudades con mayor calidad de vida de España. Y me lo creo. Es una ciudad tranquila, no demasiado grande, con grandes y preciosas zonas verdes, con un casco antiguo hermoso y acogedor, en la que ver bicicletas como medio de transporte es normal y enla que las calles peatonales se suceden en muchas zonas. Tranquila, muy tranquila por momentos, alejada del ruido de las grandes urbes como este Madrid en el que me ha tocado vivir, pero al mismo tiempo con mucha vida. Me tocó un fin de semana especial, en el que había un festival de arte urbano, Kaldearte, y las representaciones en calles y parques fueron un contrapunto a la inconstante y fina lluvia que estuvo presente durante los tres días.

El casco medieval, como todas las zonas antiguas de las ciudades, tiene un gran encanto. Es precioso pasear por sus cantones, subir o bajar sus cuestas, rodear lo que queda de la muralla (todo eso se ve en la foto de la izquierda), entrar en la Plaza de España (un cuadrado perfecto, rodeado por unos soportales que acogen un mercadillo dominical y coronado por el Ayuntamiento) y, cómo no, tomar algo en uno de los numerosos bares y tabernas de la zona. Y me encanta la plaza de la Virgen Blanca (que es la primera foto de este post), a pesar de que me contaron que no todo el mundo acabó muy satisfecho de la última reforma que le hicieron.
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Me gusta la vida moderna que tiene la ciudad, que se ve en obras de arte, museos, iniciativas culturales y también en los homenajes que se esconden por los diferentes rincones de Vitoria. La mayor sorpresa que me llevé allí no fue todo lo que sabía que iba a ver, que me gustó, sino una escultura de Ken Follet. Sí, un escritor contemporáneo y, además, extranjero. Me encantan los reconocimientos en vida a las personas del arte y de la sociedad, nunca he entendido por qué hay que esperar a que mueran para homenajearles.
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Y por eso también me encantó ver en el parque de la Florida una escultura dedicada al jazz (un trompetista sentado en uno de los bancos) que Vitoria tanto se ha dedicado a divulgar (su Festival es ya en estas fechas). Todo eso le da a la ciudad un toque moderno sin romper con lo antiguo. Esa ruptura, no obstante, sí está presente en la ciudad con las pasarelas mecánicas que recorren algunos cantones del casco medieval, destrozando alguna de las fotos más típicas de la ciudad.
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Sorprende también, y mucho, el enclave de los lugares de la política vasca. Acostumbrado uno a lo que ofrece Madrid, ver el Parlamento vasco en un parque es una sorpresa grande. Y pensando en lo aislado que está el Palacio de la Moncloa, ver el Palacio de Ajuria Enea en una larga avenida peatonal, rodeada de viviendas y casas antiguas reconvertidas en museos es aún más sorprendente. Casi daban ganas de llamar al lehendakari para que bajara a darse un paseo.
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La debilidad que tengo por las catedrales quedó plenamente satisfecha en Vitoria. Hermosa la catedral nueva, la de María Inmaculada (en la foto de abajo), que se encuentra junto al parque de la Florida, quizá el más bonito espacio verde de la ciudad, junto a zonas muy abiertas que permiten contemplarla muy bien. Hermosísima la catedral antigua, la de Santa María, insertada en la parte más antigua de Vitoria, incluso como parte de su vieja muralla. Esta catedral ofrece un raro placer, que es visitar las obras de su restauración, un paseo de una hora entretenido y didáctico, imprescindible para cualquier visitante. Los tres euros de la entrada se pagan muy a gusto, sabiendo que van destinados precisamente a estas obras de reconstrucción del templo. Para verlo sin andamios habrá que esperar a 2012. Y ya tengo ganas.
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Si algo tiene Vitoria es calidad de vida. Sus largos paseos a pie. Sus amplias avenidas. Su acogedor centro medieval. Sus comodidades, su vida y su silencio. El tranvia que está en obras y que entrará en funcionamiento en un par de años seguro que mejora aún más esta ciudad. Habrá que volver para verlo y para redescubrir todos los rincones que tiene esta hermosa y acogedora urbe.

martes, junio 10, 2008

El tren de Babel

No sabía que esto de viajar en tren era toda una experiencia lingüística... Sábado, 10.00 horas. Cojo en la estación de Chamartín el tren en dirección a Vitoria, el mismo que acaba en Hendaya, un Intercity que no es lo más moderno que tiene Renfe, vaya, pero en el que no se va mal. Tengo la sana costumbre de subir al tren nada más anunciarse la vía en la que está, lo que me evita las siempre presentes disputas por el asiento. Parece fácil mirar el billete y sentarse donde corresponde, pero nada de eso, no... Los ciudadanos comunes saben que es mucho más divertido y apasionante sentarse donde quieran y luego pelearse.

Ya sentado, llega una pareja de unos 60 años hablando en catalán. Sus asientos están ocupados por otras personas. "Es que está todo revuelto, siéntense donde quieran", dice el enterado okupa de turno. Y lo curioso es que le hacen caso (más curioso todavía es que el Tetris sale bien y todo el mundo acaba sentado y acompañado...). Pero se van despotricando en catalán. Bueno, ella despotrica, él se muestra comprensivo. A continuación llegan seis italianos que, para complicar aún más la cosa, van todos separados. Pero dos son más avispados y encuentran un par de asientos libres para ir juntos. Uno de los italianos domina a la perfección el castellano. Los demás parece que no. Y justo llega una señora a reclamar su asiento al que sabe castellano. Eso es suerte y lo demás son tonterías.

Se me sienta al lado un chaval joven, desplazado del otro lado del tren, en el que una pareja de novios le había ocupado su asiento. Coge el móvil. "Egun on", dice a su interlocutor en un perfecto euskera que, eso sí, tenía un claro acento andaluz. Y luego hablaron en castellano, claro. En esas el tren se pone en marcha. Saludo de Renfe en castellano, en euskera y en francés (y ya van cinco lenguas diferentes en 20 minutos de vivencia). Pero tenemos un problema: las tres dulces voces femeninas nos anuncian que estamos en un tren "con destino Madrid Chamartín". Ya la hemos liado, pero es que en este tren de Babel es posible salir desde Madrid y llegar también a Madrid...

Esa sensación queda corroborada cuando, a la media hora de viaje y mientras se producía el paso constante de franceses por los pasillos (creo que buscaban la cafetería, que muy escondida no podía estar en un convoy de sólo tres vagones...), se nos anunciaba la primera parada. "Próxima estación, Donostia-San Sebastián". Ya quisiera yo ponerme allí en media hora, ya... Seguro que el próximo fin de semana, que voy para allá, me ponen un tren que tarde seis horas y media los muy listos de Renfe... Después de anticipar nuestra llegada a Donosti, creo que se dieron cuenta de que habían puesto la grabación del viaje de vuelta a la capital.

Siguiente problema. Comienza la película. Es Sigo como Dios. No me hace, prefiero seguir con la lectura. Pero la chica de una la pareja que están en los asientos de atrás sí quiere verla. Saca sus auriculares, se los pone... y en cuanto ve al revisor le llama. "¿La película va a ser todo el rato en inglés?", le pregunta inocentemente. "Pues no lo sé", le responde el revisor. Tras unos momentos de alarma de la muchacha, que ni siquiera tenía la inestimable ayuda de los subtítulos para enterarse de algo, el revisor le asegura que comprobará lo del idioma. Antes de irse le pregunta si "sigue en inglés". La chica se pone un auricular y comprueba que sí, que el DVD no se ha cambiado solo. Un consuelo que el reproductor no haya cobrado vida. Al menos la muchacha se lo pasó pipa con la película. Sus carcajadas se oían en todo el vagón. ¿Cuenta la risa desmesurada como idioma...?

El viaje de vuelta no fue tan ajetreado, pero aún así hubo tiempo para escuchar a una pareja de alemanes (una pena desconocer esa lengua, ya que estoy seguro de que hicieron constantes comentarios en voz alto de algunos de sus compañeros de vagón...; siempre he pensado lo divertido que sería poder contestar a alguien que habla de mí pensando que no le entiendo...), que viajaba con una amiga angloparlante que estaba en otro vagón. No podría precisar si era americana, británica o de qué otra zona del mundo, pero, eso sí, puedo asegurar que tenía unos ojos azules espectaculares...

Toda una aventura lingüística, sí señor. Renfe debiera pensarse hacer alguna campaña que hiciera alusión a Babel. Aunque ahora sea más fácil entenderse que cuando construyeron la famosa torre, claro.

viernes, junio 06, 2008

¿Podemos...?

Podemos. Eso dicen. O por lo menos ese es el lema que se ha buscado Cuatro para engancharnos a la Eurocopa. ¿Podemos...? Por poder, claro que sí, como cualquiera de las selecciones que se ha clasificado para la Eurocopa de Austria y Suiza. La pregunta sería más bien: ¿confiamos? Y mi respuesta, la de uno de los 40 millones de seleccionadores que tiene España, es clara y rotunda: no, no podemos. ¿Cómo vamos a poder? ¿A cuento de qué...? El motivo de esta falta absoluta de ilusión que me ronda por primera (¿o segunda...?) vez antes de una competición importante con la selección española tiene nombre y apellido. Luis Aragonés.

Ese al que llaman Sabio de Hortaleza ya conisguió destrozarme la ilusión por la selección hace más de dos años. Antes del Mundial de Alemania de 2006 no albergaba ni la más mínima esperanza de ver algo interesante con esa selección a la que ahora se conoce como La Roja. La fase de clasificación había sido sencillamente horrible. Desesperante. Descorazonadora. Muy mala futbolísticamente hablando. Pero llegó el Mundial. Y goleamos a Ucrania en el primer partido con un fútbol impresionante. Y España me enganchó. Y después barrimos a Túnez, encima remotando y jugando todavía mejor. El trámite del tercer partido, ya clasificados, nos llevo a Francia. Y a lo de siempre, a caer de nuevo. Me habían ilusionado otra vez. Pero duró lo que duró el verano.

La fase de clasificación para la Eurocopa no es que fuera más de lo mismo. Es que fue casi peor. Es que temí por la eliminación contra superpotencias del estilo de Irlanda del Norte. Y, por mucho que me empeño, no acabo de ver ese fútbol maravilloso que algunos dicen que practica la selección española, eso que ahora se viene a llamar tiki-taka. Mira que en este tiempo hemos ganado a Inglaterra, a Italia y a Francia en partidos amistosos, pero no veo nada. Sigo viendo a la selección como un conjunto de jugadores sobrevalorados (Puyol, Sergio Ramos, Torres, Xavi...), jugadores muy buenos pero desaprovechados por tener un seleccionador que no sabe qué hacer con ellos (Cesc, Xabi Alonso, Villa), y otro que no se sabe muy bien qué hacen en la selección (Sergio García, Albiol, Juanito, Güiza...).

Antes, con la selección estaba siempre ilusionado. Me tragaba los amistosos. Siempre veía opciones de hacer algo grande en las citas importantes. Pero eso, al menos para mí, se ha perdido de un tiempo a esta parte, sobre todo desde que Luis Aragonés es el seleccionador, con tanto debate absurdo, con tanta mentira pública, con tanta salida de tono. En el pasado Mundial, me ilusioné el día anterior al comienzo de este apasionante circo. Este año os aseguro que no estoy nada ilusionado. Es más, la Eurocopa me da un poco igual ahora mismo (aunque eso tiene que ver con que mi Real todavía sigue jugándose la vida en Segunda...). Ya me engancharé. Aunque lo mismo cuando me enganche ya no está España jugando...

¿Podemos...? ¿Qué podemos...? ¿Pasar de cuartos...? Si es a todo lo que aspiramos... Si nos empeñamos en vender que no somos favoritos para ponernos la venda en la herida de la asumida eliminación... Yo no veo a España haciendo algo grande. Primero hay que pasar la primera fase. Después, si se da el caso, pánico me da ver a la defensa española ante Francia, Italia u Holanda. Pánico.

miércoles, junio 04, 2008

Parte de nuestras vidas, 70 años después

Superman tiene ya 70 años. No los aparenta, desde luego, pero nació en el lejano mes de junio de 1938. Jerry Siegel y Joe Shuster elaboraron la mitología de Superman durante seis años, desde que publicaron en 1933 una historia corta titulada El reino de los Super-Hombres. Pero entonces aquel Super-Man... era un villano. Siegel lo acabó modificando para convertirlo en un héroe. La primera vez que el mundo vio a Superman fue en el número 1 de Action Comics. La portada le retrataba como un hombre capaz de levantar por si solo todo un coche. En el interior, descubríamos a un héroe con muchos poderes. Pero todavía no podía volar, sólo saltar muy lejos. Todo eso se fue desarrollando con el tiempo.

Y con el paso del tiempo, la mitología de Superman se fue instalando en nuestros corazones. Poco a poco, fuimos cogiendo cariño a Clark Kent, ese granjero de Kansas que, en realidad, es el único superviviente de un mundo que explotó, Kyrpton. Poco a poco, fuimos descubriendo las maravillas de Metrópolis. Poco a poco, algunos nos dimos cuenta de que queríamos trabajar algún día para el Daily Planet, para Perry White y junto a Lois Lane y Jimmy Olsen. Poco a poco, fuimos conociendo y queriendo a la familia de Clark: a los Kent, sus padres adoptivos; a Kara, Supergirl, su prima. Incluso a Krypto, su perro. Poco a poco, fumos descubriendo que tenía un punto débil, la kryptonita (bueno, dos, porque la magia también le afecta) y gente dispuesta a aprovecharlo para acabar con él. Hombres como Lex Luthor o seres de otros mundos como Darkseid.


Superman ha cambiado mucho con el paso del tiempo, pero la esencia sigue siendo la misma. Es un boy-scout con mucho poder. Un tipo que cree por encima de todo en la verdad y en la justicia, por empalagoso que pueda sonar eso hoy en día. Un hombre que dedica su vida a hacer el bien. Tanta luminosidad es lo que me genera cierto rechazo hacia el personaje. Siempre me han gustado más las almas torturadas, los héroes con un lado oculto y algo oscuro. En Superman todo es brillante. Me gusta más Batman, que nació en el momento en que los padres de un niño de ocho años fueron asesinados en la calle. O Spider-Man, que aprendió por las malas que un gran poder conlleva una gran responsabilidad. O los Cuatro Fantásticos que nacieron del error de un hombre que no cometía errores.
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Pero algo tiene Superman. Será eso mismo, que todo en él es positivo e inspirador. Todo el mundo querría ser Superman. Pero casi nadie llevaría la carga de tener tanto poder con su misma elegancia. El poder corrompe, pero a Superman no. Superman nació para animar los corazones de los americanos (y, por extensión, de los lectores de todo el mundo) después de la gran depresión económica de los años 30. Para ser un modelo. Y a pesar de venir del espacio exterior, Superman se convirtió en el más humano de todos los habitantes de la Tierra. Pero sólo en sus cualidades positivas. Los fallos del ser humano sólo se le permiten a Superman en universos alternativos, en futuros que todos sabemos que nunca sucerán. Y por eso su figura es tan grande. No porque vuele o porque sea más fuerte que nadie, no. Es porque es un ejemplo a seguir.
Y el símbolo. Esa S roja en el pecho. Un símbolo que absolutamente todo el mundo es capaz de reconocer, no importa de qué cultura o país procedas. Algo tendrá Superman que todo el mundo sabe quién es sólo con ver su emblema. Han pasado 70 años. Le hemos visto llegar desde Krypton, le hemos visto crecer, le hemos visto incluso morir, le hemos visto en cómics, películas y series de televisión de todo tipo. Y siempre es él. Superman. Parte de nuestras vidas. Es un boy-scout, pero menudo boy-scout...

lunes, junio 02, 2008

Se busca joven para trabajo

Casi todos los jóvenes acaban, en algún momento de su periodo de estudios, desempeñando trabajos que nada tiene que ver con la carrera profesional para la que se están preparando. Ya se sabe, hay que sacar dinero para pagarse juergas, viajes y demás caprichos que van surgiendo y como haya que esperar a salir de la Universidad para darse esos homenajes lo llevamos claro... Mi última visita a San Sebastián me deja dos opciones muy distintas de este tipo de trabajo, pero igualmente llamativas y, por qué no decirlo, sufridas, aunque en terrenos bien distintos...

OPCIÓN 1
Adif decide colocar un chiringuito en la estación de trenes donostiarra para informar al usuario acerca de la línea de alta velocidad que unirá las tres capitales vascas. Los paneles informativos no bastan, no. Hay que poner a alguien que solucione las dudas de los potenciales viajeros. Y colocamos a una señorita que, ante la avalancha de personas dispuestas a preguntar por el proyecto, pasa su tiempo leyendo un libro, quizá incluso estudiando. Me apuesto lo que sea a que el 90 por ciento de las personas que se acercan a la pobre muchacha le preguntan algo que nada tiene que ver con el tren de alta velocidad y se tiene que limitar a indicarles dónde está la ventanilla de información de la estación... Espero que el libro fuera entrenido. Eso, y no otra cosa, convertiría este trabajo en apasionante.

OPCION 2
Como apasionante es el trabajo de esta otra muchacha. A las puertas del estadio de Anoeta, su misión es repartir entre los asistentes al partido de fútbol una revista. Pero, y he aquí el problema, está diluviando. Como una valiente, se lanza a la calle, revistas en mano, sin paraguas, sin chubasquero, sin una triste gorra siquiera que le ahorre al menos unas gotas del diluvio. Eso sí, siempre sonriendo y mostrando amabilidad. Así da gusto, que los elementos no puedan con la felicidad en el trabajo... Aquí la diversión está asegurada, no como en el stand de Adif. Pero los inconvenientes parecen mayores. Más trato con el temible público, exposición total a las inclemencias del tiempo.
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No quiero ni pensar el pírrico sueldo que deben dar estos trabajos sin par a sus protagonistas, a las que deseo toda la suerte del mundo en su futuro laboral para que, por lo menos, aunque no logren el puesto de sus sueños, consigan un sueldo digno. Lo que debiéramos tener todos, vaya...