domingo, mayo 04, 2008

El adiós de un ex presidente

Ha muerto el primer ex presidente del Gobierno de la democracia española, Lepoldo Calvo-Sotelo. Creo que poca gente joven sabe realmente quién fue y qué hizo Calvo-Sotelo en la Historia de España (no creo que sepan de Suárez, como para saber del presidente más efímero de la Transición; habrá excepciones, por supuesto, estoy haciendo una de esas falibles generalizaciones). Y me incluyo, porque Calvo-Sotelo ejerció siendo yo un niño pequeño y todo lo que sé de él lo he tenido que leer yo por mi cuenta. Su mandato, y la moderna historia de este país en general, no suele formar parte de los programas educativos. Y si llega a formar parte, es imposible llegar a temas tan avanzados antes de que acabe el curso. Esté o no esté, las consecuencias son las mismas.
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Estuvo algo menos de dos años en la Presidencia, relevando a Adolfo Suárez, y fue el único no elegido en las urnas. El ingreso de España en la OTAN, la Ley del Divorcio, el establecimiento más o menos cerrado del actual plano autonómico y el juicio contra los responsables del golpe de Estado del 23-F son los asuntos que le harán pasar a la Historia. Y el modélico traspaso de poderes a un PSOE liderado por Felipe González, uno de los pasos más fundamentales de la Transición. Fue casi un presidente por accidente, alguien que veía la política como un hobby y no como una profesión y que sólo empezó a tener puestos de responsabilidad tras la muerte de Franco. Cuando iba a ser nombrado presidente, vivió en sus carnes el golpe del 23-F. Pese a las presiones, insistió en que fueran tribunales civiles los que juzgaran a los responsables. Y ya como presidente tuvo que frenar una segunda intentona de acabar con la democracia. Eso le da mucho valor como personaje histórico.
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Siempre he pensado que en España hay muy poco respeto y reconocimiento a la figura de un ex presidente del Gobierno. Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo se enfrentan al desconocimiento actual que hay sobre su trabajo, a la poca memoria que hay en este país para las labores de Estado, al nulo reconocimiento que solemos otorgar en vida a las personalidades más importantes. Felipe González y José María Aznar tienen la antipatía de la mitad de esta fragmentada España política. Y así perdemos el valor real de una figura que podría enseñar mucho a los políticos actuales y, por qué no, también a la ciudadanía. Pero no. Nos gusta menospreciarlo todo. Desde la cerrazón, desde la ignorancia, desde el interés o simplemente desde el olvido.
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No me considero ideológicamente cercano a Calvo-Sotelo, del que hoy he leído la anécdota de que formó parte de las protestas por el estreno cinematográfico de la entonces escandalosa Gilda o sobre su apoyo reciente a las manifestaciones del PP contra la política antiterrorista del Gobierno socialista. Pero eso no me impide valorar lo que hizo en una época complicadísima, en la que la amenaza antidemocrática era real, en la que España no estaba lo suficientemente consolidada como para no pensar en una vuelta atrás. Él contribuyó a que las cosas avanzaran, aún pagando el precio de la desparición de su propio partido, la UCD.
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Se ha ido el primer ex presidente de la democracia casi sin que nos diéramos cuenta. Descanse en paz.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Tampoco compartiría muchas ideas con él. Pero sí tengo el deber de sentirme agradecida.

alaluzdeunaluciernagaazul dijo...

La verdad, es algo que a mí me pilla, de forma directa, un poco lejano.
Pero si k hay que decirle: ADIOS PRESIDENTE!.

Un saludo

Margot dijo...

Fue una época dura y peligrosa, sobre todo porque entonces, el Ejército, no era lo que es ahora.

Creo que no cumplió del todo mal su misión. Pero tampoco tenemos que hacer de él un héroe.