sábado, marzo 08, 2008

Reflexión

Sábado, 8 de marzo. Jornada de reflexión. Reflexiono, pues. Y me doy cuenta de que no me llega con sólo una jornada de reflexión. Mis reflexiones vienen de muy lejos y cada día que pasa las confirma. Estoy decidido a votar desde hace mucho tiempo y mi voto está decidido también desde hace mucho tiempo. Lo de las últimas horas no es más que una confirmación. De lo uno y de lo otro.

Voy a votar. Voy a votar porque, en unos momentos en los que hay gente que quiere despreciar el valor de una papeleta, es la expresión democrática más grande que tengo. Por ingenuo que resulte, ese es un motivo importantísimo para votar. Pero, después de lo de ayer, voy a votar también porque existen asesinos, cobardes y terroristas que piden a los ciudadanos que no voten.

Y voy a votar a quien ya voté hace cuatro años. Entonces quería un cambio. Quería dar por finalizada una etapa en la que la mentira y el oscurantismo ocupó La Moncloa y extendió sus tentáculos por muchos aspectos de la vida pública y política. Una etapa en la que me sentí estafado por mis dirigentes. Estafado, engañado y despreciado. Y con los asuntos más delicados y con los que mayor altura de miras y sentido de Estado espero.

Aquella etapa acabó. Y comenzó una nueva. Una que tendrá mi voto para continuar. Por lo bueno que han hecho. "No nos falles", le dijimos al nuevo presidente hace cuatro años. Ha fallado pero no nos ha fallado. Los detalles no empañan un trabajo más amplio. Tendrá mi apoyo también por lo malo que han hecho los que dejaron el Gobierno hace cuatro años. Porque han protagonizado una legislatura de odio y rencor. Porque he sentido casi siempre que han querido sacar votos con los asuntos y las posiciones más despreciables.

Jornada de reflexión. Y yo no puedo dejar de reflexionar en todo lo que he oído durante los últimos cuatro años. No puedo quitarme de la cabeza todas las mentiras, todas las intoxicaciones, la crispación generada por ellos. En su propio y despreciable beneficio. Lo que han hecho ellos y lo que han hecho hacer a otros (directa o indirectamente) que no forman parte de su partido político. Pienso y reflexiono, como persona y como ciudadano.

Mañana seremos nosotros, los ciudadanos, los que elijamos a nuestros representantes en el Parlamento. Seremos nosotros los que colocaremos en La Moncloa a nuestro próximo presidente del Gobierno. Y, pase lo que pase, habremos acertado. Jamás dudaré de la legitimidad de un resultado electoral, como sí hicieron ellos en 2004 y durante tanto tiempo, incluso todavía hoy. Porque la soberanía del pueblo español es indiscutible.

Hoy reflexión. Mañana voto. Ojalá que votemos todos. O por lo menos la mayoría. Ojalá que también sean mayoría los que votan después de reflexionar. Porque reflexionar después de votar no tiene solución hasta dentro de cuatro años.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Eh tio gracias por tu blog en tu barra lateral ay unas pavas que estan muy buenas gracias tio

Margot dijo...

Esupendo, Juan. No se puede decir mejor ni de mejor manera.

Suscribo todo. Gracias por hacerlo tan bien.