martes, octubre 31, 2006

¿Periodistas, grabadoras o simples instrumentos?

La Asociación de la Prensa de Madrid ha protestado por la fea costumbre de muchos políticos de no admitir preguntas en sus comparecencias. En los últimos tiempos se ha puesto de moda eso de convocar a la prensa para leer una declaración y no dejar margen a los informadores. El periodista llega, pone su grabadora, trasncribe lo que se dice y listo. Se acabó el trabajo. Este hecho, con ser negativo, no es lo más grave. Lo peor es que pone de manifiesto una situación que los medios y muchos periodistas admiten como normal. Somos simples instrumentos del poder, parece que mendigamos unas declaraciones del político de turno y que tenemos que bajarnos los pantalones para conseguirlas.
Estas ruedas de prensa sin preguntas son el ejemplo más evidente, pero no el único. ¿Qué hay de esas entrevistas en las que el periodista se ve obligado a suministrar al entrevistado todas las preguntas que tiene? En una entrevista pueden surgir nuevas preguntas al hilo de las respuestas. ¿Y los vetos a asuntos que no interesan a ese entrevistado? Parece que en vez de entrevistas independientes lo que se hace es entrar a formar parte del gabinete de prensa del político en cuestión. El trabajo del periodista no consiste en hacer quedar bien o mal a un dirigente político. Consiste en trasladar a la opinión pública, a los ciudadanos, a los votantes, las palabras de ese político. Y lo peor es que esto se extiende cada vez más. Ya no son sólo los políticos los que actúan así. 'El País' publicó la semana pasada una entrevista con Fernando Alonso en la que sucedía lo mismo. Cuestionario previo, preguntas que no quiso responder y nada de improvisación.
Normalmente es la conveniencia para el medio de comunicación lo que lleva a aceptar que el dirigente político (o personalidad de cualquier otro ámbito) marque las normas, pero los periodistas también tenemos mucho que decir en esta cuestión. Ya no interesa contar lo que está pasando. Preferimos contar lo que dicen que está pasando. No se contrastan las palabras. ¿Que un dirigente político dice una barbaridad, incluso una mentira manifiesta? Se publica tal cual, sin contraste, sin contexto, sin debate. Y así hemos conseguido que el periodismo pase a desinformar en lugar de informar y que la política se convierta en un debate de reacciones en lugar de decisiones.
La prensa española necesita una revolución. Y lo malo es que desde dentro de las grandes empresas de comunicación no se puede hacer. No nos dejan. Y si nos atrevemos a salirnos de los dictados, hay muchos más detrás de nosotros dispuestos a mostrar la docilidad que se busca.

lunes, octubre 30, 2006

Felicidades, TVE

Televisión Española cumple 50 años. Es obligado felicitar al canal público por este aniversario. Por tantas imágenes que ha dejado en este medio siglo. Por ser parte de la memoria colectiva de nuestro país. Por tantos y tantos grandes profesionales que han escrito con su trabajo la historia del periodismo y de la comunicación en España. Por tantos acontecimientos que vimos con las siglas de TVE. Por la inevitable sonrisa que nos viene a la cara al ver antiguas imágenes, pasados logotipos o cortinillas de la cadena. Es indudable que TVE está en nuestra memoria como no lo va a estar en las de los más jóvenes, que desde siempre han conocido la existencia de las cadenas privadas o las digitales.
Son muchos años y muchos recuerdos que merecen la pena. Mucho más, seguramente, que la actualidad de TVE. Sigue siendo un gigante incomparable de la comunicación, pero TVE ya no es lo que era y probablemente nunca lo será. Soy un firme creyente de la necesidad de que exista una televisión pública, al menos un canal, que garantice contenidos de calidad por encima de la audiencia, por encima de la dictadura de la publicidad. Pero hoy TVE ya no es ese reducto. Programas en manos de las productoras, unos informativos que todavía luchan por superar lastres de épocas pasadas (y me veo en la obligación de mencionar el nombre de Alfredo Urdaci), y una influencia cada vez menor en los ámbitos deportivos (ni fútbol, ni fórmula 1, puede que tampoco motociclismo a partir del próximo año...) o cultural (¿dónde quedaron aquellos ciclos con los que mi generación aprendió a amar el cine clásico?) son defectos demasiados pesados en un mundo tan lleno de competición en estos momentos como es el televisivo.
TVE necesita un modelo claro. Necesita saber qué tipo de televisión quiere ser y da la sensación de que no lo sabe. También necesita un director general respaldado por todos y para eso es imprescindible que el Gobierno cumpla su promesa de que el Parlamento dé el visto bueno a este cargo. Sólo así conseguiremos el fin de las críticas partidistas hacia el ente público. En el plan de saneamiento prefiero no entrar demasiado porque tiene demasiadas complicaciones, pero sí quiero dejar claro que la edad no puede ser nunca el único criterio para reducir la plantilla de TVE, ya que supone eliminar a profesionales como la copa de un pino y favorecer a otros sólo por su edad, por su juventud si se prefiere, aunque no hayan demostrado su capacidad para hacer frente a las tareas que se les van a encomendar.
En cualquier caso, la buena salud de TVE será siempre una buena noticia para todos. Felicidades. Y que cumplas muchos más.

jueves, octubre 26, 2006

La tregua de ETA y los juegos de palabras

En marzo ETA decretó la famosa tregua. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, dijo entonces aquella famosa frase de que el proceso iba a ser "largo, duro y difícil". Pasados los meses, el fondo de la cuestión, a pesar de la enorme trascendencia que tiene esta materia, parece no importarle a nadie. ¿Cómo es posible que diga esto? Eso es lo que se preguntarán algunos, otros pensarán que estoy loco. Pero es que la sensación que tengo cuando leo la prensa, cuando habla nuestra iluminada clase política o cuando escucho las opiniones de algunas personas.
No hay más que fijarse en los aspectos que están generando controversia desde que la banda terrorista hizo público su comunicado. Por ejemplo, la cuestión semántica. La gente se pelea por si podemos llamar a esto proceso de paz o no. La última muestra, el debate de anoche en 59 segundos, en TVE, el debate que conduce en esta nueva etapa magníficamente Ana Pastor (mis felicitaciones). Decía Isabel San Sebastián que no se puede denominar así porque no estamos en guerra. Enric Sopena le contestó que Aznar, en su día, en su tregua, sí hablaba de paz y nadie decía nada. Apasionante, digo yo. Pero al mismo tiempo al sector que niega la expresión "proceso de paz" no le importa llenarse la boca con la "guerra al terrorismo" que proclama George W. Bush. Cuidado, que como nos descuidemos los misiles vuelan sobre nuestras cabezas...
Otra cuestión semántica. ¿Es esto una negociación, es un diálogo? Negociación no, dicen los que están en contra porque no se puede negociar nada con los terroristas. Lo mismo dice Aznar, que matiza que él no sentó a negociar con ETA, sólo a hablar, como si así borrara este capítulo de la historia. También queda mal visto que se hable de negociar, aunque según la Real Academia negociar, en una de sus definiciones, es "tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro". No veo la perversidad por ningún lado. Ni el beneficio.
Se polemiza sobre las declaraciones institucionales. La última muestra, el debate en el Parlamento Europeo. ¿Efectos sobre lo que es el proceso en sí? Ninguno. ETA y el Gobierno seguirán adelante con sus respectivas pretensiones, pero la polémica ha ocupado páginas y páginas. ¿Y cuando se debatió en el Congreso? Todos los partidos salvo uno, el principal de la oposición, el PP, apoyaron la declaración. Uno no sabe a qué atenerse. Democráticamente, la victoria en la votación es de la mayoría, pero, claro, si no está el principal partido de la oposición la votación no parece del todo legítima. "Esto pasa por la puta democracia", dijo una vez un concejal (y hasta me guardo el partido al que pertenecía) en una votación de hace años por la guerra de Irak.
Se habla de la rendición de España, de la entrega a los terroristas de Navarra. Me pregunto cómo se puede rendir un país si no estamos en guerra. Me preguntó aún con más ansia todavía cómo se puede entregar una comunidad autónoma a una banda terrorista. ¿Quien lo proclama con tanta fuerza no sabe que cualquier cambio en el estatus de una comunidad autónoma y por tanto de la Constitución necesita de un referéndum previo? No sé cuántos miembros tendrá ETA, pero supongo que ya estarán hablando del reparto de carteras en ese futuro gobierno suyo...
Al Gobierno se le critica la internacionalización del conflicto. ¿Y eso qué es? ¿Que líderes europeos muestren a España su solidaridad por la existencia de ETA? ¿Que Francia se haya convertido en un buen aliado contra el terror? ¿Que se produzca un debate en el Parlamento Europeo? ¿O que la propia Unión Europea, a petición del anterior Gobierno español, haya incluido a ETA y a Batasuna en su lista de organizaciones terroristas? Busco a Lucifer en todas estas preguntas y de verdad que no lo encuentro...
Será la relegalización de Batasuna entonces donde esté el olor a azufre. Lo digo porque todo el mundo habla a la ligera de la "relegalización" de la formación abertzale. Que yo sepa, Batasuna está ilegalizada por dos vías: la vía de la Ley de Partidos (esa que unos dan por derogada y que quien la tendría que derogar no para de decir que la va a mantener; más páginas y páginas en los periódicos...) y la vía judicial, acordada por el juez Baltasar Garzón en relación con la financiación de ETA a través de las herriko tabernas que controla Batasuna. Y si un juez ha decretado la ilegalización de Batasuna, ¿cómo va a conseguir el Gobierno que acceda a sus divinos designios? Ah, perdón, no me había dado cuenta de la innata desconfianza de todos en la división de poderes que se manifiesta sólo cuando nos conviene, porque cuando es a favor proclamamos a los cuatro vientos el respeto a las decisiones judiciales.
Luego está la pelea sobre la relación entre el pasado y el presente. Lo que antaño era positivo, ahora es perverso. Lo que se hizo hace años, ahora es una traición a España. ¿Que antes se acercaron presos a Euskadi y ahora no? Da igual, los de ahora son los malos y los de antes los buenos. ¿Que antes ETA era el "Movimiento de Liberación Nacional Vasco" y ahora una banda terrorista? Cuidado, que eso es que están ocultando concesiones. ¿Que en aquella "tregua-trampa" la Mesa Nacional de HB procesada sale a la calle y ahora se procesa a la actual de Batasuna? Empiezo a pensar que estoy traicionando a la patria por escribir esto, sólo por pensarlo.
Y en el fondo de todas estas discusiones, que son las que han ocupado cientos y cientos de páginas de periódico, horas y horas de radio y televisión, de información, de opinión y de tertulias, nadie parece darse cuenta de que el problema sigue siendo el mismo. ETA es el último reducto terrorista de Europa y hay que acabar con él. Llevamos tres años sin muertos por el terrorismo etarra, y el objetivo debe ser perpetuar esa situación, dar salida a todos los problemas y evitar que a un vasco se le mire mal en el resto de España o que a un español se le mire mal en Euskadi. Esa es la convivencia y la paz que hacen falta y todas estas discusiones no nos acercan a ellas. Todo lo contrario. Y todos tienen su parte de responsabilidad en la actual situación. No la van a asumir, pero la tienen.

Una historia de la Real



Hay dos fechas muy importantes en el devenir de mi corazón realista que tengo grabadas en la cabeza. La primera es el 18 de febrero de 1988. La segunda, el 15 de mayo de aquel mismo año. Son dos de los primeros partidos que yo vi a la Real en un campo de fútbol. El primero fue en el Santiago Bernabéu. ¡Cómo impresiona esa campo, y mucho más cuando eres un chaval de nueve años! La Real jugó contra el Real Madrid las semifinales de la Copa del Rey. 1-0 en la ida. Aquel equipo se plantó sobre el campo y ganó 0-4. El Bernabéu aplaudió aquel día a la Real (no recuerdo algo parecido y no creo que lo vea nunca más en mi vida) y a mí, a mi corta edad, se me puso la piel de gallina. El segundo día fue el Madrid el que visitó a la Real en San Sebastián. Era la primera vez que entraba en el campo de Atotxa, aquel viejo y entrañable campo, y eso dejó aún más huella en mí, una huella que muchas de las personas que me conocen todavía no han alcanzado a comprender. Aquel día no ganamos, empatamos a dos, pero como si lo hubiéramos hecho. ¡Qué bonito era el viejo Atotxa, qué bonito era ser de la Real, aquel equipo que Gorka Reizabal acuñó como el más pequeño de los grandes y el más grande de los pequeños!
Y cuánto han cambiado las cosas. Pasan los años, uno se lleva muchas decepciones, algunas alegrías, pero lo esencial ya no cambia. Soy de la Real y lo voy a ser siempre. Más cuando pasan las cosas que pasaron ayer. Mi Real perdió 4-1 en Málaga contra un Segunda División en la primera eliminatoria de la Copa. No es que eso sea noticia, la Real no se ha portado excesivamente bien en esta competición en los últimos años y no pasa una eliminatoria contra un equipo de Primera desde aquel día en el Bernabéu. Ya ha llovido, sí.
En quince días se juega el partido de vuelta. Y entonces no me va a importar si el árbitro vuelve a jugárnosla como en la ida, no me importa que el equipo no esté jugando bien, no me importa que el Málaga defienda con uñas y dientes esos tres goles de ventaja. No me importa. Ese día, el 8 de noviembre, quiero ver a la Real en el campo. A esa Real que tanto me ha hecho disfrutar en toda mi vida. Quiero ver orgullo en los jugadores de mi equipo. En una preciosa entrevista que ha publicado 'Marca', Michael Jordan explica que siempre jugaba los partidos al máximo, porque tenía la sensación de que siempre habría una persona que le viera jugar por primera vez a quien no podía defraudar. Pues eso es lo que espero de la Real. Que juegue ese partido al máximo, que se deje la vida en el campo. Los realistas de corazón se lo vamos a agradecer. Pero sólo hay una condición. Queremos ver a la Real. No a once hombres con una camiseta que lleva el escudo de nuestro equipo. Queremos ver a la Real. Y estoy seguro de que muchos de los que saltan al campo la llevan tan dentro como yo. Ahora sólo queda demostrarlo. ¿Y de qué mejor manera que en una competición tan ilusionante como la Copa y en un partido en el que nadie va a dar un duro por la Real? Ojalá el día 9 pueda sentarme delante de mi ordenador y escribir con felicidad, sea cual sea el resultado, que he visto a la Real. Porque, aunque veo casi todos los partidos, hace tiempo que no la veo en el campo.

lunes, octubre 23, 2006

Alonso, un más que merecido campeón

Ni el Madrid-Barça, ni el Masters de Tenis de Madrid (un año más, y a pesar del arrollador Federer, la noticia parece que no fue el deporte, sino esas modelos recogopelotas que tan poco me interesan). La noticia deportiva del fin de semana estuvo en Brasil. Fernando Alonso ganó por segundo año consecutivo el Mundial de Fórmula 1. Y lo ha hecho de una forma tan impresionante, que es justo que se lo reconozcan todos, incluso aquellos que piensan que el asturiano es un arisco, un borde o incluso un imbecil. Y hay que reconocérselo porque Alonso ha demostrado que es el mejor piloto del momento, por encima incluso de Michael Schumacher, quien, no lo olvidemos, ha ganado siete veces el Mundial.
Visto el último gran premio se pueden sacar muchas conclusiones.
Primero, que en el mundo del deporte las alegrías esconden siempre las penas. Renault no se ha portado del todo bien con Alonso durante este año, o al menos esa ha sido la sensación que ha tenido el aficionado. Su compañero de equipo no ha estado a la altura en ninguna carrera del año, y menos aún en la última, donde apenas fue capaz de contener a Schumacher. Y a pesar de todo, al final todo eran sonrisas, todo eran felicitaciones, todo eran abrazos y celebraciones. De todo este largo y difícil año quedarán estas últimas imágenes y no las noticias que hablaban incluso del boicot que algunos fans de Alonso le querían hacer a la marca francesa después de los incidentes de las tuercas de la rueda.
Segundo, y a pesar del final feliz, que el deporte es ya un mundo demasiado adulterado. Alonso debió ganar este Mundial mucho antes, pero sanciones absurdas, decisiones incomprensibles de las autoridades de este espectáculo, hicieron pensar que el título estaba adjudicado a la escudería con más poder y nombre, Ferrari, y al piloto que iba a decir adiós, el kaiser. Todo esto da un mayor mérito al título de Fernando Alonso. Schumacher dijo que en Brasil tenía un coche capaz de doblar a todos sus competidores. Y aún así el campeón es el español. Pero la larga mano de los que mandan cada vez es más alargada. Los intereses económicos demasiado jugosos como para dejarlos en manos de la capacidad de los deportistas, que a lo largo de toda la historia se han revelado siempre contra los finales escritos de antemano.
Tercero, que el deporte español está en un nivel impresionante. Cuando España conquistó el Mundial de baloncesto, parecía que era el primer entorchado de este tipo que se lograba (gran culpa de todo eso la solemos tener precisamente nosotros, los informadores), y nada más lejos de la realidad. Estamos en la élite mundial de muchísimas disciplinas, tanto de equipo (balonmano, baloncesto, fútbol sala, hockey hierba...) como individuales (tenemos al campeón del Tour de Francia, a dos pilotos a punto de terminar una gran temporada en motociclismo, atletas como Marta Domínguez...). Y este piloto asturiano ya tiene dos mundiales. Nadie a su edad había sido capaz siquiera de ganar uno y ya ha igualado a leyendas como Fitipaldi.
Alonso tiene mi admiración. Ha conseguido devolverme la fe en una disciplina que no contaba con ella desde hace muchos años, desde que el mejor piloto de todos los tiempos, Ayrton Senna, se mató en aquel trágico accidente. Desde entonces, la Fórmula 1 era para mí una página a saltarme en los periódicos, un espacio a ignorar en televisión. Pero cuando uno ve a español luchar por la victoria teniendo rara vez el mejor coche, dispuesto a ganar títulos mundiales sin rendirse al imperio de la escudería más poderosa, triunfar incluso con una leyenda como Schumacher en la pista, sólo hay un camino: seguir las carreras como si nunca las hubiera dejado de ver. Fernando, muchas gracias por lo que has hecho.
Y aunque esa declaración podría ser un bonito final, no me resisto a escribir algo políticamente incorrecto sobre Schumacher. Tenemos la manía en este país (seguramente en casi todos) de estar obligados a hablar bien de alguien que se retira. Y no me apetece hablar bien de Schumacher. Es un grandísimo piloto, uno de los mejores de la historia, pero para mí nunca será un gran campeón, siento decirlo. Los grandes campeones no tienen el polémico historial que tiene el alemán (entre otras cosas, se le impuso la sanción más dura de la historia de la Fórmula 1, su expulsión del campeonato, por intentar ganar un Mundial en la última carrera echando de la pista a su rival). Los grandes campeones no disfrutan ganando con ayudas ajenas (y Michael se ha sentido como un niño con zapatos nuevos mientras Alonso era sistemáticamente perjudicado este año). Los grandes campeones lo son porque vencen a pilotos que están a su altura, y el paseo que Schumacher se ha dado en los últimos años ha sido también en parte por la ausencia de esas figuras. Pese a todo, su última carrera es un buen legado para todos los que sí han disfrutado con la leyenda de Schumacher.

martes, octubre 17, 2006

Señor Zaplana, un poquito de coherencia

La coherencia se ha perdido para siempre en la política española. Seguro que nadie se escandaliza al leer esta frase (la situación es gravísima, pero nos hemos acostumbrado a todo), pero quiero ponerlo de manifiesto con un ejemplo concreto. El portavoz del PP en el Congreso de los Diputados, Eduardo Zaplana, contestó al fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido, quien no había dudado en decir que trabaja para "que no haya más muertos en el futuro aunque a algunos se les pueda notar las ganas de que los haya". Esta frase no se la puede permitir alguien que ostenta un alto cargo en la Administración del Estado, que quede muy claro. Conde-Pumpido no tiene que velar por los intereses del Gobierno, ni del PSOE, sino trabajar en lo suyo.
Dicho esto, Zaplana ha elevado la controversia a un nivel realmente exquisito para cualquiera que tenga un poco de memoria. Ha dicho el portavoz popular que es una "barbaridad impropia de cualquiera y mucho más del fiscal general del Estado". ¿Y de un presidente del Gobierno, señor Zaplana?. Lo digo porque quizá recuerde usted lo que dijo José María Aznar cuando mandó a los soldados españoles a Irak. Dijo que "algunos" (otra alusión indirecta pero clarísima, como la de Conde-Pumpido; ¿nadie se atreve a hablar claro en España?) estaban deseando que volvieran "en ataúdes". Otra barbaridad. Pero desde la óptica de uno de los líderes políticos más importantes de nuestro país, la primera es inadmisible y la segunda una defensa legítima de la política de su partido. Doble moral, doble rasero, nula credibilidad.
Zaplana debería ser un asiduo en las antologías del dispparate, aquellas que reúnen a personas con esa extraordinaria capacidad de defender una idea y al mismo tiempo la contraria, de decir que lo que hace un oponente político es gravísimo y cuando lo hace un afín la mejor estrategia del mundo. Al señor Zaplana sólo cabe pedirle que tenga un mínimo de coherencia, aún a sabiendas de que no la va a tener.
Y que este ejemplo no sirva para esconder la triste realidad. Nadie (insisto: nadie; ni socialistas, ni populares, ni nacionalistas, ni comunistas; NADIE) es ya coherente en la política española, y no lo es porque decir una cosa y la contraria al poco tiempo no tiene consecuencias de ningún tipo. En otro terreno menos trascendente, Luis Aragonés nos ha demostrado que la palabra ya no sirve de nada. En otro tiempo, lo que una persona decía era muy valioso. Hoy sólo llena las páginas de un periódico, una web, un blog, o unos minutos de radio o televisión. Detrás de todo eso, la nada más absoluta.

lunes, octubre 16, 2006

La necesaria mirada del cine al 11-S

Dos son las películas que se han estrenado en los últimos meses en torno a los atentados que sacudieron Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, hace ya cinco largos años. Las dos demuestran que el cine trasciende a veces el mero entretenimiento y se convierte en espectador de la historia. Quizá ni 'United 93' ni 'World Trade Center' sean obras maestras que se recordarán en el futuro como tales (aunque ambas tienen grandes momentos cinematográficos), pero su valor es inmenso. Ambas nos enseñan muchos detalles sobre aquella trágica jornada que fueron imposibles de valorar en su momento. El caos en los aeropuertos, la confusión de la gente dentro de los aviones y de las Torres Gemelas, la lluvia de escombros en las cercanías del lugar de impacto de los dos primeros aviones, la colaboración en las tareas de rescate de profesionales y de ciudadanos anónimos, la tristeza de policías y bomberos por no haber podido ayudar a los atrapados en Nueva York, la desesperación de unos hombres y mujeres por impedir un ataque más, la nula importancia que damos hasta que lo perdemos a un paisaje cotidiano que forma parte de nuestras vidas...
'United 93', de Paul Greengrass, tiene un tono de falso documental, enfatizado por la ausencia de actores de renombre (en muchos casos los intérpretes no sólo no eran profesionales sino que además eran familiares de las propias víctimas de aquel 11-S). Su punto fuerte es contar casi en tiempo real lo que sucedió aquel día dentro de ese avión, el que los terroristas no pudieron hacer estrellar contra su objetivo original, y en los lugares en los que se hizo el seguimiento de aquel vuelo. 'United 93' es una película sobria, quizá incluso fría, muy bien rodada y muy respetuosa con los hechos, también con la imagen que da de los terroristas, alejada del malo clásico sanguinario propio de una película realizada en la época de la Guerra Fría.
'World Trade Center', en cambio, es una película que nace de los sentimientos de dos policías que quedaron atrapados en los escombros de las Torres Gemelas y de la angustia de sus respectivas familias por no saber qué ha sido de ellos. Stone, que ya ha anunciado que rodará una película sobre la invasión estadounidense de Afganistán y la búsqueda de Osama Bin Laden que siguió a los atentados del 11-S, se aleja de polémicas de corte político y, por tanto, del enfoque que dio a sus películas sobre la guerra de Vietnam ('Platoon', 'Nacido el 4 de julio') o las figuras de los presidentes más populares del siglo XX ('JFK', 'Nixon'). La suya es una película pensada para ensalzar la humanidad que muchos descubrieron aquel día.
Las dos películas (ninguna de ellas ha sido un éxito de taquilla y no es de extrañar: si son duras de ver para un español que nada perdió aquel día, hay que ponerse en la piel de las familias de las víctimas o de los ciudadanos estadounidenses) marcan un camino que el cine español todavía no ha seguido. En nuestro país es difícil pensar que se exploren acontecimientos políticos de magnitud sin que se desaten polémicas artificiales. Porque cómo nos gustan las polémicas artificiales en España...

domingo, octubre 15, 2006

Los árbitros españoles no tienen el nivel exigible


















Después de ver la retransmisión en La Sexta del Atlético de Madrid - Recreativo de Huelva, se me ocurrieron varias cosas sobre las que escribir. Al principio pensé en hablar del equipo de comentaristas de Andrés Montes del que tanto se habló durante el Mundial, y que no acabo de entender cómo hay gente a la que le gusta. Esto lo dejaré para otro día. Luego pensé en la figura sobrevalorada de Fernando Torres, y en los motivos por los que, por los visto, no se le puede criticar como jugador. Se me ocurrió escribir sobre la presencia de banderas españolas con símbolos franquistas, un asunto que de vez en cuando aparece en los medios aunque casi nunca con el Calderón como escenario. Pero al final no puedo resistirme y tengo que escribir sobre una de mis fobias personales: los árbitros españoles de Primera División.
Este sábado, el señor Pérez Lima pitó dos penalties que no eran, dejó sin señalar uno más claro (y no se vio en la retransmisión una repetición de la última jugada del partido, que pudo ser mano dentro del área), no se dio cuenta de que había sacado dos tarjetas amarillas a un jugador del Recre y le tuvieron que llamar la atención desde la banda, expulsó a dos jugadores en un reparto desigual de las tarjetas que perjudicó al Recre y, en la cúspide de su actuación, no vio que Agüero introducía el balón con la mano en la portería onubense en el segundo gol del Atlético, el que le daba los tres puntos al equipo del mexicano Aguirre.
No está mal, ¿verdad? Pues quien esté acostumbrado a ver los resúmenes de todos los partidos en alguno de los programas dominicales sabrá que esto es el pan nuestro de cada día. Es difícil que cierre una jornada sin que dos, tres o cuatro partidos de Primera se salden con demasiadas decisiones que los políticamente correctos llaman polémicas o errores humanos y que ya va siendo hora de que se califiquen como lo que son: muestras de la incompetencia, de la falta de preparación y del escaso rigor con el que treabajan los árbitros españoles. No sé si éstos resistirían una comparativa con los colegiados de otros países porque para eso habría que ver muchos más partidos de ligas como la Premier o el Calcio, pero lo cierto es que en España no dan el nivel. Errores humanos sí, no se pueden evitar, son perfectamente asumibles y comprensibles, pero lo que vemos domingo tras domingo rebasa con creces la categoría de error humano.
Decía Undiano Mallenco, en la primera rueda de prensa que concede un árbitro de forma previa a un partido (¿por qué no después? Parece que tienen miedo de que se les pregunte por cuestiones técnicas que no sabrían responder) que no entiende los ataques personales, pero que sí entendería que se diga que los árbitros son malos. Pues bien, yo lo digo, y tan alto y claro como puedo. Los árbitros son muy malos. Porque no tienen criterios claros; porque no ven cosas que miles de personas a su alrededor han visto con una claridad meridiana; porque lo que en un partido es tarjeta roja en otro no es ni falta; porque todos sabemos qué árbitros son caseros y cuáles no; porque sigue dando la sensación de que algunos equipos salen siempre beneficiados; porque el porcentaje de error en el fuera de juego es elevado... Y podría seguir dando motivos. Pero es mejor sentarse frente al televisor el domingo por la noche, ver los resúmenes, y rezar para que no le toque a tu equipo...

viernes, octubre 13, 2006

Vivienda: una tomadura de pelo más

Todos sabemos lo difícil que está comprar una vivienda. Más si eres joven, trabajdor y mileurista. Y si eres soltero ni te cuento, que tener dos sueldos (por exiguos que sean) sí puede marcar una diferencia. Pero leo en 'El País' una historia humana, de esas que siempre hay detrás de las frías cifras, que no puedo calificar más que de tomadura de pelo.
Un joven de 25 años se apunta al Plan de Vivienda de la Comunidad de Madrid. Una vez sorteado el siempre farragoso proceso del papeleo (prometo hacer campaña para que le hagan un monumento al ministro de Administraciones Públicas o consejero de Presidencia de cualquier comunidad autónoma que acabe con toda esta burocracia), resulta que le toca un piso en Móstoles. Tiene 70 metros cuadrados, trastero y garaje y 'sólo' le cuesta un alquiler mensual de 450 euros. En realidad, una ganga para lo que podría encontrar por su cuenta y por eso lo celebra.
Hasta aquí todo perfecto. Pero resulta que unos días después del sorteo le llega una carta del Ayuntamiento de Móstoles en la que se le pide que acredite que vive o trabaja en ese municipio madrileño. Ni una cosa ni la otra, así que pierde automáticamente el piso.
¿Dónde está la tomadura de pelo? En que fue la Comunidad de Madrid la que le inscribió en ese sorteo, sabiendo que los requisitos para conseguirla eran imposibles de cumplir. El sólo marco 'indiferente' en la casilla en la que le preguntaban por el municipio en cuyos sorteos deseaba entrar. Lógico, ya que nadie se puede poner a investigar los requisitos de todos y cada uno de los lugares, para eso se supone que funciona la administración. "Entendemos que pueda haber gente molesta. Trataremos de que esto no vuelva a suceder" y "lo habían otorgado por si acaso trabajaba en Móstoles" son las explicaciones que da la Comunidad de Madrid en esta información de 'El País'.
Ya es suficientemente duro para todos los jóvenes de España buscar una vivienda, salir de casa de nuestros padres, iniciar una vida propia, como para que encima nos tomen el pelo de esta forma. El problema de la vivienda tiene ya una difícil solución, pero es que encima las autoridades se empeñan en que todo esto parezca una burla. El de este joven es sólo un caso, pero seguro que hay decenas, cientos, quizá miles de historias similares e incluso más dramáticas.

miércoles, octubre 11, 2006

El éxito de la nueva película de Scorsese

Martin Scorsese es uno de los directores que revolucionó Hollywood en los años 70. Eran tiempos en los que surgían directores rompedores en más de un sentido como George Lucas, Steven Spielberg o Brian De Palma. Cada vez que uno de ellos estrena película es noticia. Scorsese nunca ha conseguido un Oscar (una de las muchas injusticias que la Academia norteamericana ha cometido), pero lo ha rondado en los últimos años. Fue nominado con sus dos últimas películas, 'El aviador' y 'Gangs of New York', pero no lo logró. Su nueva película, 'Infiltrados' ('The departed') podría ser la oportunidad que Hollywood espera.
La película no llegará a España hasta el 12 de enero del próximo año (¿por qué tan larga espera?) y será entonces cuando podremos juzgarla, pero llegará con buenos avales. 'Infiltrados' es la película de Scorsese que mejor arranque ha tenido en taquilla, un récord que hasta ahora ostentaba 'El cabo del miedo', quizá entre todos sus títulos el que más marcado carácter comercial tenía antes de que el público la valorara. El realizador nunca ha sido experto en grandes éxitos, y precisamente por eso el interés de la gente en esta nueva película es relevante. En Intenet Movie Database (el mayor y mejor archivo de cine que se puede encontrar en Internet: http://spanish.imdb.com), han votado ya la película casi 10.000 personas y la puntuación es realmente buena, un 8,6 ('Taxi driver' y 'Toro salvaje' se quedan respectivamente a una y dos décimas en este ránking).
Los amantes del cine están de enhorabuena cada vez que Scorsese se pone detrás de una cámara. Nadie como él ha sabido retratar Nueva York. Nadie como él (con permiso de los 'Padrinos' de Coppola) ha retratado mejor a la mafia. Nadie como él ha logrado lo mejor del que podría ser el mejor actor de todos los tiempos, Robert De Niro (¿para cuándo un papel en una de tus próximas películas, Marty? Qué gran servicio al cine sería ese...). Yo, desde luego, estoy deseando volver a pagar mi entrada para ver una película del gran Martin Scorsese.

El peligroso papel de un ex presidente del Gobierno

Cuando habla un ex presidente del Gobierno, hay que escucharle. He trabajado durante años con esa máxima y ahora empiezo a abandonarla. Se lo tengo que agradecer al señor José María Aznar. Pueden gustarnos más o menos, pero Adolfo Suárez (mientras su trágica enfermedad se lo permitió), Leopoldo Calvo Sotelo e incluso Felipe González supieron, en mayor o menor medida, ejercer ese papel que corresponde a quien ha ejercido la jefatura del Estado.
Pero Aznar, desde que salió de La Moncloa, no ha hecho más que tratar de derribar al Gobierno legítimo (sí, legítimo, le votamos nosotros, los ciudadanos, quienes tenemos ese poder) de este país. Lo ha hecho, sobre todo, desde tribunas en el extranjero, ya sea mítines, clases, discursos o entrevistas a medios de comunicación. Hoy hemos amanecido con otro ejemplo. Como el propio Aznar rechaza la existencia de las coincidencias, hago notar que la última entrevista se la ha concedido al diario 'Jyllands-Posten', el mismo que publicó las caricaturas de Mahoma que hace meses generaron tanta controversia. Dice Aznar muchas cosas, pero la que más llama la atención es la insistencia en la vieja teoría de la conspiración en torno al 11-M.
"La idea, los objetivos y los recursos vinieron de fuentes en España. Gente del sistema judicial ha dicho que el propósito de los terroristas era el cambio de gobierno. Lo lograron, y luego el gobierno socialista ha iniciado las negociaciones con ETA. No se pueden separar el atentado y sus consecuencias, pero esperemos a que salgan todos los detalles para sacar conclusiones". Esto es lo que dice Aznar, sembrando una vez más la duda sobre la investigación de los atentados de Madrid. No se atreve a decir abiertamente lo que sí dijo Ángel Acebes como ministro del Interior, que ETA era la autora de los atentados, pero lo deja caer.
¿Puede un ex presidente del Gobierno dedicarse a insinuar que hubo intereses oscuros en un atentado en el que murieron casi 200 personas? ¿Es eso legítimo? ¿No hay en marcha una investigación judicial que es la que debe esclarecer todo lo que pasó? ¿Es normal que un ex presidente del Gobierno, el mismo que habla de la desaparición del Estado en Cataluña o Euskadi, se permita el lujo de poner en duda a dos de los poderes del Estado (el ejecutivo y el judicial, aunque tiemblo pensando en el día que hable del legislativo)? ¿Por qué esa obsesión en repetir en cada ocasión que ETA tiene algo que ver con el 11-M cuando en la Audiencia Nacional no se maneja ni una sola pista que permita vincular a la banda terrorista con aquella jornada?
La respuesta obvia duele. Puro electoralismo. El sentido de Estado es algo que ya no podemos esperar de ningún político actual. Hay materias con las que no se puede jugar, aquellas en las que el punto principal es el sufrimiento de la gente. El 11-M fue una jornada durísima incluso para quienes no tuvimos a un familiar o un amigo en aquellos trenes. El dolor pobló España. Incluso aquellas comunidades autónomas en las que según Aznar el Estado español ya no tiene presencia.
Recibí con ilusión la noticia de que Aznar entraba en el Consejo de Estado, creo que es un lugar en el que los ex presidentes del Gobierno tienen mucho que aportar. Fue una desilusión comprobar que sólo entró para desacreditar la reforma de la Constitución en cuatro puntos muy concretos que pretende hacer el Ejecutivo que preside José Luis Rodríguez Zapatero. Y me alegré el día que anunció su salida de ese Consejo de Estado.
Señor Aznar, España no está en riesgo de "balcanización" (y si lo estuviera le ruego que me diga plazos, porque lleva más de un año utilizando el término y no veo cambios en la sociedad española que me hagan pensar en ello). Si la negociación con ETA es "un grave error", dígame porqué accedió usted a reunirse con la banda (y no vale aquello de que fueron para exigir su rendición, eso es un tecnicismo en el que un ex jefe de Estado no puede apoyarse, y más después de calificar en público a ETA como Movimiento de Liberación Nacional Vasco).
Nunca creí que llegaría a pensar que un ex presidente del Gobierno está mejor con la boca cerrada, pero el señor Aznar me ha hecho cambiar de opinión.

lunes, octubre 09, 2006

German Yanke se va de Telemadrid por "intromisión" política

Que el periodismo pasa en España por uno de los momentos más pobres de su historia lo sabemos casi todos los que nos dedicamos o hemos dedicado a esto, ya sea desde los grandes medios de comunicación o desde un simple blog. Son muchos los males que aquejan a la profesión, pero hay uno que la actualidad acaba de poner de manifiesto de forma clara.
German Yanke se ha marchado de Telemadrid por las presiones políticas sobre su trabajo. El hasta ahora director y presentador de 'Diario de la Noche' deja su trabajo alegando "intromisión por motivos políticos en su trabajo cotidiano". En los periódicos que he consultado se apuntan tres motivos para la resolución de esta historia. El primero, que a la dirección de Telemadrid no le ha gustado la cobertura que Yanke ha hecho de cuestiones como la guerra político-mediática por los informes del 11-M que vinculan a ETA con la trágica masacre de Madrid. La segunda, la cobertura que este informativo daba a algunos destacados dirigentes socialistas, como la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, o el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Y la tercera, la presencia de algunos colaboradores como Pablo Sebastián, que es quien ha acusado directamente a "la autoridad competente que no es otra que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre".
¿Sorprendidos? Me imagino que no. Muchos medios de comunicación (sí, soy optimista por naturaleza, aunque cada vez menos, y me resisto a poner todos) son ya meros aparatos de partido o de gobierno. El tradicional papel del periodista se pierde en una insatisfactoria tarea de complacer a tal o cual poder político. Las llamadas a los medios desde los centros de poder provocan más efectos que la simple obligación de descubrir la verdad que debiera marcar la profesión del periodista. La autocensura es otra práctica ya de lo más habitual.
Que nadie piense que esto es sólo un ataque por mi parte a medios de comunición o partidos políticos afines a la derecha ideológica. Todos actúan ya de la misma forma y, especialmente en asuntos de gran calado como el 11-M, la tregua de ETA, la política de inmigración o la situación de la educación en España, es prácticamente imposible creer sin más a una sola fuente. El lector, el ciudadano (que a nadie se le olvide, también el votante) se ve obligado a beber de varias fuentes para empezar a tener una idea de cómo es la realidad. Pero casi nadie tiene tiempo para eso, lo que redunda en una alarmante falta de conocimiento sobre la sociedad que nos rodea, en una desidia hasta cierto punto comprensible, en un hartazgo de la clase política y de la periodística, que no en vano son ya dos de los sectores menos valorados por los españoles en las encuestas.
Yo soy periodista. Me encanta ese mundo, ha sido mi vida durante seis años y medio antes de un respiro que he decidido tomarme. Y cada vez me cuesta más entender esta profesión. ¿Estamos a tiempo de salvarla?

domingo, octubre 08, 2006

¿Es la selección el "despelote" que decía Joaquín?

Vale, empezar un blog hablando de fútbol es lo más fácil del mundo. Pero vamos a hacerlo desde puntos de vista diferentes a los habituales. Hoy todos los periódicos piden la dimisión de Luis Aragonés y de Ángel María Villar, hablan de una ruina futbolística, de que hay que cambiar algo, de que la afición no está entusiasmada... Recordar lo que dijo Joaquín antes del partido en Suecia me parece fundamental. Dijo que la selección es "un despelote" y "un caos". Y tiene razón, pero hay mucho más que decir.
Luis y Villar son los responsables. Deberían irse. Si yo tuviera la oportunidad de acudir a Murcia, aprovecharía el partido que juega España esta semana ante Argentina para demostrarlo. Es hora de silbar a quien se lo merece, y hay que aprovechar un partido en el que no nos jugamos nada como ese para demostrar el malestar, el desánimo y el cansancio que tenemos todos los que nos dejamos la garganta en cada competición, a pesar de las continuas decepciones.
¿Y quién se merece esos silbidos? Seamos serios: el seleccionador no ha dado la talla, el presidente de la federación tampoco, pero ¿y los jugadores? ¿Por qué los jugadores nunca dan la cara? ¿Por qué ellos nunca aparecen como los culpables? ¿Son Torres, Albelda, Puyol, Xabi y compañía esos grandes jugadores que se nos quieren vender?
Me acuerdo ahora de unas declaraciones que oí hace muchos años. Tras la segunda eliminación consecutiva de la Real Sociedad en la primera ronda de la Copa del Rey en los años 90 ante equipos de inferior categoría (primero aquel Numancia de Segunda B, después un Osasuna todavía en Segunda, ambas eliminatorias a doble partido), Loren, entonces capitán del equipo, dijo que "igual no somos tan buenos y hay que hacer más en el campo". Y estoy de acuerdo. Ya es hora de que el futbolista se convierta en un profesional de verdad. No en un profesional para cobrar, hacer anuncios y lanzar después de las derrotas los mensajes de siempre ("hay tiempo para enmendarlo", "lo hemos dejado todo", "apoyamos al mister" y tópicos similares). Queremos futbolistas. ¿Se acuerda alguien de Juan Gómez, 'Juanito'? Era el más grande, el futbolista con más espíritu que he visto nunca. Ya no parece haber futbolistas de su clase. Si a los jugadores les duelen tanto las derrotas como a los aficionados, es hora de que lo demuestren.
En todo caso, Luis no debe seguir como seleccionador. Debió dejarlo tras el Mundial (¿Es cumplir las expectativas caer en octavos de final? ¿Podemos confiar en un hombre que no tiene palabra y que además se enorgullece de ello?), pero optó por tomar decisiones inexplicadas e inexplicables. Si sacar a Raúl de la selección es regenerar el equipo, ¿por qué no se hizo después del Mundial, como han hecho otras selecciones como Inglaterra con Beckham? Si hay que mantener un esquema de juego, ¿por qué lo cambiamos en el primer partido importante que jugamos? Si la confianza en el equipo es la misma de antes del Mundial, ¿por qué parece que se señala a algunos jugadores como culpables de la situación (Joaquín, Xabi Alonso...)? Si los nacionalizados (Senna y Pernía) eran tan importantes para el Mundial, ¿por qué han desaparecido de las listas de Luis?
Muchas preguntas sin respuestas, muchas estadísticas ya mediocres. Da la sensación de que todos prefieren mantener el puesto a toda costa y que el fútbol español les da igual. Soluciones ya. Y deben darlas las personas que mandan y que cobran por tomar decisiones.

UN MUNDO PECULIAR

Nos ha tocado vivir un mundo de lo más peculiar. En este blog encontrarás noticias, entrevistas, curiosidades, anécdotas, opiniones... Mi visión de ese mundo peculiar en el que nos encontramos. ¿Compartes esa visión? ¿No la compartes? Házmelo sabe, a mí y a todos los que tengan la amabilidad de emplear un rato de su valioso tiempo en pasar por aquí.